Definición de rotación de cultivos
Rotación de cultivos es el nombre que recibe una técnica empleada en la agricultura. El método implica alternar los tipos de plantas que se cultivan en un mismo lugar con la intención de no favorecer el desarrollo de enfermedades que afectan a una clase específica de cultivos y de evitar que el suelo se agote.
Esto quiere decir que, con la rotación de cultivos, las especies que se plantan en un terreno se van alternando en ciclos que suelen estar vinculados a las estaciones. Esto contribuye al control de las enfermedades y de las plagas y mejora la eficiencia de los cultivos (si se plantan diferentes especies en un mismo terreno de manera simultánea, hay que analizar las distintas necesidades de cada una vinculadas al riego, el abono, etc.).
La rotación de cultivos apunta a minimizar el desgaste del suelo. Incluso, cuando la técnica se desarrolla de manera eficiente, se reduce la aparición de hierbas malas ya que el suelo se encuentra ocupado durante todo el año. Otro de los beneficios es el aumento en la reserva de humus: al alternar diferentes plantas, algunas que tienden a agotar el suelo con otras cuyo aporte en materia orgánica es mayor que su gasto, estimulamos la actividad de aquellos microorganismos del sustrato que son generosos con el terreno, por lo cual se promueve un suelo más sano y vivo.
Una opción para la rotación de cultivos es alternar repollos y zanahorias, por ejemplo. Esto permite reducir el riesgo de aparición de plagas y enfermedades: si en dicho terreno sólo se cultivaran repollos, terminarían apareciendo las plagas que atacan a esta clase de plantas. Lo mismo ocurriría si se plantaran únicamente zanahorias. En cambio, al alternar entre ambas especies, el control es más sencillo y no se requiere el uso de plaguicidas químicos.
Es importante conocer las propiedades de las plantas para determinar cuál es el mejor ciclo a seguir en la rotación de cultivos. Esto permite potenciar el suelo y reducir su desgaste. Todo esto forma parte del diseño de la rotación de cultivos, la fase de planificación que resulta absolutamente necesaria para obtener el mayor número de beneficios.
Lo primero que debemos hacer para planificar el proceso es determinar la duración total, luego de lo cual el suelo debe descansar durante un tiempo antes de volver a usarse para la producción; se estima que un promedio de 4 años es ideal para este tipo de método. Por otro lado está la división en grupos de plantas, lo que deriva necesariamente en una sectorización del huerto para su correcta distribución.
Algunos grupos de plantas pueden ser fijos, o sea, no participar de la rotación de cultivos, sino permanecer en el mismo sitio durante todo el proceso. Para evitar confusiones, dicho espacio debe estar correctamente delimitado y preferentemente en una zona que no interfiera en el trabajo de rotación. Un ejemplo de este tipo de cultivo son las flores o aquellas plantas que influyen poco en la fertilidad del suelo, como pueden ser el ruibarbo o el espárrago, dos plantas perennes.
Para los grupos que sí cambiarán de posición, es necesario preparar tantas porciones de terreno como años vaya a durar la rotación de cultivos, de manera que cada planta tarde todo ese tiempo en repetir zona. Entre los criterios a tener en cuenta para la división en grupos puede pensarse en el tipo de aprovechamiento (con los subgrupos raíz, fruto, hoja y semillas), la familia de cultivos (dividida en compuestas, cucurbitáceas, leguminosas, solanáceas, crucíferas, gramíneas, liliáceas, quenopodiáceas y umbelíferas) o los requisitos y aportes puntuales de cada planta con respecto a los nutrientes del suelo.