Definición de plaguicida

Un plaguicida es una combinación de sustancias que se emplea para ahuyentar o eliminar las plagas. Este concepto (plaga), por su parte, refiere a aquellos organismos que aparecen de manera súbita y en gran cantidad, generando diferentes daños a las personas, los cultivos, etc.

La finalidad de los plaguicidas, por lo tanto, es evitar la propagación de los seres vivientes que se constituyen como plagas. No se trata sólo de luchar contra insectos u hongos, sino que también pueden estar destinados a la eliminación de plantas o de otros organismos que entren en esta consideración.

El desarrollo de plaguicidas fue esencial para el crecimiento de la agricultura. Gracias a su efectividad y su bajo costo, permitieron a partir de la década de 1980 proteger los cultivos de casi cualquier amenaza de tipo biótica. Sin embargo, en el largo plazo, se demostró que el uso indiscriminado de plaguicidas afecta al medioambiente e incluso modifica a las plagas, haciéndolas más resistentes.

Es importante destacar que los plaguicidas pueden ser venenos u otras sustancias tóxicas, capaces incluso de afectar al ser humano. Por eso deben emplearse con responsabilidad y las autoridades deben controlar cuáles son los componentes de cada plaguicida que se encuentra disponible en el mercado.

Pese a estos riesgos y efectos colaterales, los plaguicidas pueden ser efectivos para eliminar insectos o roedores que transmiten enfermedades a las personas, para combatir a las especies que se alimentan de plantas o frutas cultivadas para el consumo humano, o para apartar los hongos capaces de afectar una construcción.

La masificación y el uso desmedido de los plaguicidas sintéticos, opuestos a los naturales, que pueden prepararse en forma casera, ha traído consecuencias negativas para la producción agrícola, como ser el desequilibrio de ciertos ecosistemas. A continuación se expone la clasificación de este tipo de plaguicida (del cual existen más de 500 productos diferentes) según su composición química:

Clorado

A esta clase de plaguicida pertenecen el gamexane, el dieldrín, el octacloro, el heptacloro, el DDT y el aldrín. Posee moléculas solubles en grasas y fue creado y difundido desde el año 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. Su peor desventaja es que sus moléculas son muy estables y pueden perdurar durante mucho tiempo. Además, es capaz de ingresar en las cadenas tróficas por medio de la ingesta de un alimento sobre el cual se haya rociado; a los mamíferos puede causarles problemas tales como una intoxicación en el hígado. En algunos países, entre los cuales está Argentina, su uso está prohibido por la ley.

Fosforado

Dos plaguicidas de este tipo son el monocrotofós y el parathion. Se trata de sustancias con un nivel considerable de toxicidad, incluso cuando se utilizan en dosis bajas. Si bien su acción perdura mucho menos que la de los clorados, se debe evitar por todos los medios el contacto con la piel, ya que pueden provocar daños muy graves en personas de todas las edades. A pesar de estar prohibidos en muchos países, el hecho de que sea un tipo de plaguicida muy económico hace que aún se permita en ciertas partes del mundo.

Carbamato

El carbofurano y el aldicarb son dos plaguicidas que pertenecen a esta clase y su efecto se asemeja al de los fosforados. Dentro de la larga lista de sustancias que pueden estar presentes en un plaguicida carbamato, algunas son altamente tóxicas, pero también posee otras que no representan grandes peligros para nuestra salud.

Piretroide

Un grupo de plaguicidas que incluye la deltametrina y la cipermetrina, entre otros, y que pretende imitar la acción de la sustancia conocida como piretrina, que se extrae de los crisantemos y es usada como pesticida natural; el problema reside en que su molécula es muy inestable y se deshace muy fácilmente. Para contrarrestar dicho inconveniente, los científicos la combinan con bromo o cloro.

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