Definición de rimbombante

Rimbombante es un adjetivo que califica a aquello que rimbomba. El verbo rimbombar, por su parte, procede de la lengua italiana y hace referencia a lo que retumba, repica o suena con fuerza.

Ahondando todavía más en su etimología, podemos notar que termina con el sufijo latino -ante, usado en los participios del presente, y que comienza con la fusión de dos prefijos: -re e -in, que en este caso sirven para indicar la intensificación del concepto que deriva del término latino bombus, que puede traducirse como ruido potente y sordo o estrépito, y que dio origen a las palabras «bomba» y «bombo» del castellano.

Hasta aquí es posible decir que gracias a los prefijos recién indicados, la noción de ruido se intensifica, y por eso el término rimbombante hace alusión a algo ostentoso, que resuena con gran poder. La palabra bombus, por su parte, fue tomada del griego «bombos», que también significaba ruido sordo intenso y zumbido fuerte, y que probablemente haya tenido un origen onomatopéyico.

Por ejemplo: “Estamos hartos de las declaraciones rimbombantes: queremos hechos en lugar de palabras”, “El cantante se hizo popular sin escándalos ni frases rimbombantes”, “El intendente sorprendió con un anuncio rimbombante sobre las escuelas del distrito”.

La idea de rimbombante se asocia a algo que llama la atención o que es pomposo. Un discurso es rimbombante cuando apela a expresiones grandilocuentes o incluye anuncios trascendentales. Un discurso rimbombante del presidente de un país podría ser el siguiente: “Hoy, con la puesta en marcha de este plan económico, iniciamos una nueva era de progreso que no conocerá límites y que desterrará para siempre la pobreza de nuestra patria”. Como se puede apreciar, un mensaje de este tipo suena exagerado por sus afirmaciones improbables.

En el contexto del arte, un estilo se califica como rimbombante cuando muestra una ornamentación excesiva. En este caso, lo rimbombante resulta opuesto a lo minimalista. Un cuadro que mide tres metros de largo por dos metros de alto y que exhibe las figuras de ochenta personas pintadas con una gran variedad de colores, podrá ser calificado como rimbombante, un adjetivo que nunca se podría aplicar a un cuadro de 30 x 30 centímetros que se limita a mostrar una figura geométrica monocromática.

Es importante destacar que lo rimbombante no es, de por sí, ni bueno ni malo: el término, de todos modos, suele emplearse con un sentido algo despectivo. Esto ocurre por la tendencia de la mayoría de los sistemas sociales a descartar o descalificar cualquier conducta o línea de pensamiento que no se ajuste a las normas propuestas.

Una actitud rimbombante suele ser percibida como poco fiable, ya que el exceso de ruido en el discurso de una persona puede tener el objetivo de ocultar sus verdaderas intenciones o sus falencias. Por ejemplo, si un político se expresa de esta forma ante sus seguidores a lo largo de su campaña electoral, muchos pensarán que busca distraer al público con palabras llamativas y promesas tentadoras para que no se enfoque en los puntos principales, para evitar que haga las preguntas que él no está listo para responder.

En el ámbito del arte popular, muchas estrellas crean sus imágenes públicas en torno a una serie de mitos y las adornan con aspectos y frases rimbombantes, generalmente para compensar la falta de talento natural o de preparación técnica; esto no suele ocurrir en el arte académico, ya que se apoya en años y décadas de estudio y dedicación: una cantante popular que a duras penas puede reproducir en vivo una de sus propias canciones puede apelar a una vestimenta y una forma de hablar llamativa, mientras que una violinista virtuosa que lleva estudiando su instrumento desde su infancia quizás se presenta en público con un aspecto descuidado.

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