Definición de prestatario
Prestatario, con origen etimológico en praestatus (de la lengua latina), es el adjetivo que se aplica sobre la persona que recibe dinero prestado. El prestatario, por lo tanto, es quien solicita un préstamo y accede a un monto con el requisito de que lo devuelva bajo ciertas condiciones.
Puede indicarse, de este modo, que un préstamo (también llamado crédito) es una operación financiera que vincula a dos partes: el prestatario (quien pide y recibe el dinero prestado) y el prestamista (quien aporta el dinero: suele ser un banco u otro tipo de institución financiera).
Por lo general, el prestatario se acerca al prestamista con una solicitud de préstamo. El prestamista, tras analizar la solvencia de la persona (para saber cuál es el riesgo de impago), le concederá una cierta cantidad de dinero como préstamo bajo determinadas condiciones: una tasa de interés, un plazo para devolver lo prestado, etc. Al cumplirse el plazo acordado, si ambas partes respetan las condiciones, el prestamista recibirá una cantidad de dinero superior a la que le entregó al prestatario y esa diferencia se constituirá como su ganancia por la operación.
Un prestatario también puede ser un usuario o cliente que recibe un cierto servicio. Una empresa que distribuye energía eléctrica, por citar una posibilidad, es la prestadora de un servicio cuyos prestatarios son todas aquellas personas que pueden hacer uso de la electricidad en sus hogares. Al igual que en el caso de los préstamos de dinero, el vínculo entre prestador y prestatario suele estar sujeto a un contrato o a determinadas condiciones establecidas por la ley.
El prestatario y la hipoteca
Uno de los tipos de préstamo más comunes es el hipotecario, que constituye un producto ofrecido por los bancos para contar con un monto determinado de dinero, el cual debe ser devuelto junto con el porcentaje de intereses que corresponda en una cantidad de pagos periódicos que se establecen en el momento de contraer la obligación. El nombre «hipotecario» hace referencia a que en este caso se impone una hipoteca sobre una propiedad del cliente (generalmente, una vivienda).
Al recibir un préstamo hipotecario, el prestatario se compromete a cumplir con las obligación recién mencionadas, a sabiendas de que puede perder el inmueble que ha sido fijado como garantía. Además de la figura del prestamista, que suele ser un banco pero también puede ser una persona u otra entidad, se encuentra el avalista, que es la persona que da al prestamista la seguridad de que el dinero será devuelto en el plazo y la forma que ha convenido con el prestatario.
Según el caso y las posibilidades del prestatario, puede existir uno o más avalistas por contrato de préstamo hipotecario. Cuando son más de uno, pueden ser solidarios (si cada uno se compromete a afrontar el total de la deuda) o mancomunados (si a cada uno le corresponde cubrir una parte del préstamo).
Es importante señalar que recién cuando el prestamista haya resuelto que el prestatario es insolvente, o sea que no puede hacerse cargo de su deuda con el primero, puede dirigirse contra el aval para exigirle que cumpla con su obligación. Cuando existen varios fiadores, en la teoría, sólo puede pedirle a cada uno el monto proporcional del préstamo; por otro lado, la práctica muestra una realidad diferente, ya que lo normal es que los avalistas renuncien a dicho beneficio, de modo que el prestamista pueda demandar a cualquiera de ellos el total de lo adeudado sin siquiera acreditar la insolvencia del prestatario.
No resulta extraño que tanta gente acabe perdiendo todo tras haberse embarcado en un préstamo hipotecario que los arruina económicamente. De hecho, son comunes los casos de suicidio ante la desesperación que produce quedarse en la calle y con una deuda impagable.