Definición de polo magnético
Se conoce como polo magnético al conjunto de puntos del globo terráqueo que se halla ubicado en las zonas polares y que, debido al campo magnético de la Tierra, ejerce atracción sobre los elementos imantados. Las brújulas, por ejemplo, cuentan con agujas que, por la imantación, siempre señalan al polo sur magnético.
Los polos magnéticos no coinciden con los polos geográficos: la ubicación de cada polo magnético, de hecho, evidencia un desplazamiento frente al eje geográfico del planeta. El ángulo que se crea entre dicho eje y el eje magnético es representado por la letra delta (del alfabeto griego) y se conoce como declinación.
El magnetismo de la Tierra se debe a los materiales de su núcleo: níquel e hierro. Esta composición hace que la propia Tierra actúe como un inmenso imán, lo que explica el funcionamiento de las brújulas. Debido a que los polos diferentes se sienten atraídos y los idénticos se rechazan, la brújula se orienta al polo norte geográfico, que casi equivale al polo sur magnético.
Durante mucho tiempo se especuló con que la inversión de los polos magnéticos de la Tierra podría provocar grandes cambios en el planeta, incluso hasta llevarlo a su destrucción. Los astrónomos, sin embargo, explican que dicha inversión es normal y se lleva a cabo cada un cierto periodo (extenso) de tiempo.
Dicha inversión está ligada al debilitamiento del campo magnético terrestre, el cual protege nuestro planeta de los peligrosos proyectiles de partículas cargadas y de la radiación que proceden del Sol y del espacio. Este fenómeno, que pone nuestro planeta en riesgo, se evidenció en el año 1980, gracias al trabajo de algunas misiones científicas.
Nuestros antepasados más remotos vivieron una inversión de los polos magnéticos, aunque para ellos no significó el caos que podría representar en el presente, dado que se verían comprometidas todas las tecnologías en las cuales se basa la vida moderna, desde la telefonía móvil hasta Internet, pasando por los sistemas de posicionamiento global (GPS). Hace 780.000 años, tuvo lugar una inversión completa, y algunos teóricos se preguntan, en tono ciertamente irónico, si una alteración de este tipo podría llevarnos de regreso a la Edad de Piedra.
Aunque toma miles de años que los polos se inviertan, nuestros satélites y el suministro eléctrico de la Tierra pueden verse afectados en el proceso, y es por eso que los expertos se pusieron manos a la obra a finales del 2013. La Agencia Espacial Europa (ESA) puso tres satélites en órbita para monitorizar el campo magnético de nuestro planeta durante cuatro años, en una misión que fue bautizada con el nombre Swarm (que puede traducirse como Enjambre).
La misión Swarm tiene el objetivo de recoger tanta información como sea posible acerca de los polos magnéticos terrestres para estudiar el funcionamiento del escudo magnético y preparar una estrategia ante la catástrofe que significaría quedar completamente expuestos a la radiación y las partículas solares.
Cabe destacar, por otra parte, que también se conocen como polos magnéticos a los extremos de los imanes. En estos polos, la atracción que ejercen los imanes es más potente que en el resto de su cuerpo.
Un imán tiene dos polos: el norte y el sur. Dado que un polo no puede existir de forma aislada del otro, al romper un imán en dos se obtienen dos imanes, o sea, dos cuerpos que constan de un polo norte y uno sur, cada uno. Sin embargo, si se produce dicha fractura, la fuerza de atracción de cada parte es menor que la del imán original. La fuerza resultante de la atracción entre dos polos forma líneas cerradas, que van de uno a otro de manera ininterrumpida.