Definición de satélite
El concepto de satélite, que procede del latín satelles, puede utilizarse para nombrar a dos objetos astronómicos de características muy diferentes.
Puede tratarse, por un lado, de un cuerpo celeste al que se lo califica como opaco, ya que sólo puede brillar al reflejar la luz que le llega desde el sol. Estos satélites tienen la particularidad de girar en torno a un planeta.
Es posible hablar, por otra parte, de satélites artificiales. En este caso, se trata de dispositivos que trazan órbitas alrededor de nuestro planeta o de otro, y que tienen como objetivo trasladar equipamientos que permiten recoger y retransmitir información.
En el caso de los satélites artificiales podemos establecer que existen varios tipos de ellos en función de las misiones o de las áreas en las que trabajen. De esta manera, por ejemplo, podemos hablar de los llamados satélites de comunicaciones que son empleados básicamente para ejercer como si de antenas se tratara en aquellas zonas que tienen poco desarrollo o que son muy amplias.
En este sentido habría que destacar al Telstar 1 que es el primero de esta tipología que se puso en órbita, lo hizo en el año 1962. Además hay que subrayar que esta clase de satélites son empleados, entre otras cosas, para poder llevar a cabo la emisión de señales de televisión.
Otro tipo de satélites artificiales son los llamados metereológicos que, como su propio nombre indica, se emplean para poder conocer y estudiar tanto el clima que existe en nuestro planeta como el tiempo atmosférico que hay en el mismo. Así, gracias a aquellos se puede vislumbrar las nubes, la contaminación o incluso la evolución de lo que es la capa de ozono que existe en la Antártida.
Y a estas dos clases de satélites artificiales es inevitable que añadamos un tercero. En concreto, nos estamos refiriendo a los conocidos como satélites espías que son utilizados fundamentalmente en el ámbito militar o en el sector de la inteligencia. Y es que estos permiten obtener información secreta y muy importante en tareas de comunicación y observación como, pueden ser, la intercepción de señales en materias de ataque.
Es importante destacar que la Tierra cuenta con un único satélite natural: la Luna, que tiene un diámetro de 3.476 kilómetros y se encuentra a 384.400 kilómetros de distancia de nuestro planeta. A los satélites naturales de cualquier planeta, por extensión, suele denominárselos como lunas.
Aunque, en general, se habla de un planeta primario (en este caso, la Tierra) y del satélite que orbita a su alrededor (la Luna), hay casos en los que el planeta y el satélite cuentan con masas similares. Los especialistas, ante esto, hablan de sistemas binarios. Eso ocurre con Plutón y el satélite que recibe el nombre de Caronte.
Los satélites del Sistema Solar pueden clasificarse en satélites coorbitales (si se desplazan en una misma órbita), satélites asteroidales (se encuentran alrededor de asteroides), satélites pastores (permiten conservar anillos en su posición) o satélites troyanos (un cierto planeta y un determinado satélite disponen además de otros satélites en algunos puntos de Lagrange).
En cuanto a los satélites artificiales, podría decirse que son naves enviadas al espacio mediante un vehículo de lanzamiento. Una vez que cumplen con su función, es posible que sigan en órbita y que se conviertan en basura espacial.
Por último, a nivel general, un satélite es un ser humano o alguna cosa que se encuentra bajo influencia de otra o que directamente tiene una dependencia a ella.