Definición de perímetro cefálico
La idea de perímetro alude al contorno de una figura o de una superficie. Cefálico, en tanto, es aquello vinculado a la cabeza (la región superior del cuerpo, donde se halla el cerebro).
Como se puede advertir a partir de estas definiciones, el concepto de perímetro cefálico hace referencia al contorno de la cabeza. Se trata de una medición que se realiza en los niños, considerando la distancia que se extiende desde la zona por encima de las orejas y de las cejas hasta la parte posterior.
El proceso se lleva a cabo con una cinta métrica. Se debe ubicar la cinta sobre las orejas y las cejas y rodear todo el contorno de la cabeza.
Al medir el perímetro cefálico, el pediatra puede analizar el desarrollo del infante. Cada nuevo dato se compara con las mediciones previas del perímetro cefálico del paciente y con los valores considerados normales según la edad y el sexo del pequeño, con plazos que se cuentan en semanas o meses.
La medición del perímetro cefálico, en definitiva, forma parte de los controles de rutina de un niño. El médico espera un cierto crecimiento de la cabeza que, si no se refleja en estas comprobaciones, puede revelar un posible trastorno.
El perímetro cefálico debe crecer especialmente entre los primeros dos y tres años de vida, ya que en entonces que la conectividad neuronal aumenta más que nunca. Veamos a continuación los valores específicos que los médicos esperan encontrar luego de las mediciones de los niños de hasta un año: los primeros tres meses, se espera que el perímetro cefálico crezca 2 centímetros por mes; entre el tercero y el sexto mes, 1 centímetro por mes; entre los seis meses y el año, debe crecer 0,5 centímetro por mes.
Con respecto al peso del cerebro, en un bebé recién nacido debe rondar aproximadamente los 350 gramos, mientras que en un adulto de unos 20 años, 1350 gramos. Como se menciona en el párrafo anterior, a lo largo de los primeros tres años de vida, el crecimiento de esta parte del cuerpo se da con un especial énfasis: a los seis meses, por ejemplo, alcanza el 50 por ciento de su peso total; al año, el 60 por ciento; a los dieciocho meses, el 75 por ciento.
Una cabeza más pequeña de lo normal, por ejemplo, podría reflejar un crecimiento lento o microcefalia. Por el contrario, una cabeza demasiado grande es posible que sea una señal de hidrocefalia.
Con respecto a la microcefalia, podemos decir que la mayor parte de los casos se registran porque el cerebro no crece a una tasa considerada normal, ya que esta anomalía afecta directamente el desarrollo del cráneo, algo que se da durante el embarazo y la lactancia. Algunas de las causas más frecuentes son las siguientes: fenilcetonuria materna no controlada; intoxicación por metilmercurio; rubéola congénita; citomegalovirus congénito.
También puede surgir a causa de varios síndromes, como el de Cornelia de Lange, el del maullido de gato, el de Down, el de Rubinstein-Taybi, el de Seckel o el Smith-Lemli-Opitz, así como por los tipos 18 y 21 de trisomía. Por otro lado se encuentra la hidrocefalia, que se caracteriza por un exceso de acumulación de líquido en el cráneo.
Cabe mencionar que en el pasado la hidrocefalia se conocía con el nombre de «agua en el cerebro» aunque en realidad se trata de líquido cefalorraquídeo, el cual se encuentra alrededor de la médula espinal y el cerebro.
Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elabora tablas con el perímetro cefálico esperado según la edad de niños y niñas. Estos datos se toman como patrones saludables del crecimiento infantil y sirven a los pediatras como estándares.