Definición de parlanchín

El adjetivo parlanchín deriva de parlar, un verbo que alude a hablar. Se trata de un término coloquial que se emplea para calificar al individuo que habla sin parar, incluso cuando no debe.

Alguien parlanchín puede expresar aquello que, en realidad, debería callar. También, por su locuacidad, puede manifestarse mediante la palabra cuando el sentido común o el contexto sugieren mantener silencio.

Por ejemplo, en un acto solemne se espera que los presentes guarden silencio y presten atención. Algo similar sucede con un velorio o un entierro, donde la palabra suele tenerla alguien escogido formalmente para dirigir el encuentro. En casos como estos o similares, alguien que de pronto comience a hablar sin contención ni contexto aparente puede generar reacciones muy negativas por parte de su entorno.

El parlanchín, en la acepción más amplia de la expresión, es una persona conversadora. Por lo general se trata de sujetos sociables que disfrutan dialogando o que no tienen problemas en compartir sus emociones y pensamientos.

Quienes son tímidos, en cambio, no son parlanchines, sino todo lo contrario. Por eso las mujeres retraídas no son parlanchinas y los hombres retraídos no son parlanchines: prefieren no iniciar las charlas y, en ocasiones, hasta optan por no contestar o responder de manera escueta.

En el párrafo anterior se puede apreciar que el plural de este término se escribe diferente según el género del sujeto: las mujeres pueden ser parlanchinas, pero los hombres, parlanchines. Lo mismo sucede con el singular (parlanchina y parlanchín).

En determinados ámbitos, los parlanchines están mal considerados. En el plano educativo, los docentes intentan que los alumnos no hablen en clase a menos que les cedan la palabra, ya que dificultan la transmisión de los conocimientos y el entendimiento de los contenidos. A los parlanchines, en este marco, se los apercibe o sanciona.

Por lo general, la escuela es el primer espacio en el que nos enfrentamos a la compañía de personas ajenas a nuestra propia familia, y esto nos puede resultar relativamente difícil, ya que las reglas no son las mismas que en nuestro hogar. Escoger el momento adecuado para hacer un comentario es una de las primeras cosas que debemos aprender, tanto como abstenernos de usar las pertenencias de los demás sin su permiso, salir de clase antes de que termine la lección o hablar con los mayores como si fueran nuestros pares.

Nos gusten o no las reglas impuestas en la escuela, la sociedad nos promete oportunidades si las cumplimos, y castigos si las pasamos por alto. Además, esta estructura nos prepara para el futuro, para el mundo empresarial en el que muchos se adentran una vez alcanzada la adultez. Un niño al que nunca le enseñan que debe hacer silencio cuando hablan sus maestros puede convertirse en un adulto parlanchín, y seguramente tenga problemas con sus jefes, además de poner en situaciones incómodas a sus compañeros de trabajo.

Claro que todo esto corresponde a las consecuencias negativas que puede acarrear ser un parlanchín que no se adapta a su entorno social con respeto. Existen muchas personas que hablan mucho pero saben callar cuando la situación lo amerita, y entonces su verborragia es considerada un rasgo simpático.

La noción de parlanchín, por otra parte, se aplica con referencia a animales o seres inanimados que hablan. A los loros que imitan el habla humana se los conoce como loros parlanchines, mientras que en las caricaturas es habitual encontrar expresiones como ratón parlanchín, perro parlanchín, etc.

Las “Urracas parlanchinas”, por último, son personajes animados ideados por Paul Terry. Estas aves se caracterizan por burlarse de los demás y por cometer todo tipo de travesuras.

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