Definición de oscuridad

En el término latino “obscuritas” se encuentra el origen etimológico de la palabra oscuridad. Y aquel, a su vez, deriva de “obscurus” (oscuro), que es fruto de la suma de dos componentes:
• El prefijo “ob-“, que se usa para indicar oposición.
• La raíz indoeuropea “skeu-“, que puede traducirse como “esconder”.

La oscuridad surge ante la carencia de iluminación. Cuando la luz no llega a percibirse en un cierto ambiente, puede decirse que el lugar está oscuro. Por ejemplo: “¿Qué haces comiendo en la oscuridad? Prende la luz así estás más cómodo”, “La oscuridad de esta calle me asusta”, “Voy a encender la lámpara ya que no puedo encontrar el reloj en la oscuridad”.

Es importante destacar que la ausencia absoluta de luz no existe debido a las condiciones físicas del universo: lo que llamamos oscuridad es, por lo tanto, una situación de escasa luminosidad en la que el ojo humano no logra detectar la luz.

El sol es la fuente natural de luz que elimina la oscuridad. Cuando llega la noche, el ser humano debe apelar a la iluminación artificial para contrarrestar la oscuridad. En la antigüedad, en cambio, se iluminaba mediante el fuego.

Hay que decir que, en nuestro mundo actual, la oscuridad está asociada a lo tenebroso, a lo peligroso, a lo oculto. Y esa percepción nos viene dada desde tiempos inmemoriales. Así, por ejemplo, en la mitología egipcia ya se establecía que esa oscuridad era la que reinaba en el inframundo.

De la misma manera, en la tradición religiosa cristiana el demonio, el infierno y Satanás son elementos que están relacionados con la oscuridad.

Por todo eso, es fácil de entender que en nuestra cultura también esté asentada la idea de que lo oscuro es negativo, malo y peligroso. Así, en la Literatura y el cine, las películas de terror se desarrollan fundamentalmente por la noche, cuando no hay luz, y los personajes más siniestros son los que surgen cuando el Sol se marcha. Este sería el caso, por ejemplo, de hombres lobo o de vampiros.

Ejemplo de esto último es la película “La Oscuridad”. Se trata de una producción británica de 2005, dirigida por John Fawcett. En esta se narra la desaparición de una joven y las visiones que, a partir de ese momento, tiene su madre. Se trata de apariciones y detalles que le hacen pensar que su hija en realidad ha sido arrastrada al inframundo.

Es posible entender la oscuridad en un nivel simbólico. En este caso, se asocia la oscuro a la tristeza, la angustia o lo tenebroso. En contrapartida, la felicidad y la alegría se vinculan a la luz: “Era un hombre de mucha oscuridad, muy retraído”, “Tras la muerte de sus hijos en un accidente, la oscuridad se apoderó del actor”, “Viví años de mucha oscuridad por culpa de las drogas”.

También en sentido simbólico, la oscuridad se vincula a la falta de entendimiento o de conocimientos, en oposición a la luz (el raciocinio, la ciencia): “El ser humano permaneció durante siglos en la oscuridad”, “La enciclopedia fue la primera herramienta masiva contra la oscuridad”.

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