Definición de obsecuencia

La obsecuencia es una característica vinculada al sometimiento y a la condescendencia. El término deriva del vocablo latino obsequentia.

Aquel que es obsecuente pretende congraciarse con alguien por conveniencia propia o por temor. Por eso actúa con una amabilidad fingida o exagerada, buscando la aprobación del otro.

Es habitual que la obsecuencia aparezca en el ámbito laboral. Hay trabajadores que, tratando de agradarles a sus superiores, elogian en exceso cada una de las medidas y disposiciones de los jefes. Con dicha conducta abrigan la esperanza de lograr un ascenso, conseguir un aumento de sueldo o, al menos, no perder el empleo.

Dependiendo de la región, al obsecuente se lo nombra coloquialmente como chupamedias o lamebotas. Se trata de alguien dispuesto a rebajarse o a arrastrarse para no ofuscar al poderoso.

Tomemos el caso de un periodista que, temeroso de disgustar a algún integrante del gobierno, solo tiene loas y aplausos para las autoridades. Las noticias positivas que generan los gobernantes las pondera por demás, mientras que las noticias negativas las oculta o las tergiversa. Ante esta situación, muchos consideran que este hombre de prensa se rige por la obsecuencia, desvirtuando la esencia de su oficio o profesión.

Un joven, en tanto, intenta obtener el beneplácito de su suegro a través de la obsecuencia. De este modo, siempre se ríe de sus chistes aunque no sean graciosos, lo felicita por cualquier acción que realice e incluso lo justifica y defiende frente al resto de los familiares cuando alguien lo critica.

La obsecuencia, en definitiva, es un rasgo que no está bien considerado a nivel social. Por el contrario, el obsecuente suele ser denostado.

Una de las palabras que se pueden usar como sinónimo de obsecuencia es sumisión. Así como la condescendencia, tiene un significado generalmente negativo, ya que nunca da lugar a una relación justa y equitativa, independientemente de cuál de las partes se vea más afectada. Esto da lugar al debate, ya que por un lado podríamos afirmar que una persona que se siente obligada a mostrarse sumisa es la víctima de la relación, pero si lo hiciera para obtener un beneficio a costa del otro la situación sería opuesta.

Y es precisamente de la mano de estos matices del término obsecuencia que llegamos a una reflexión acerca del peligro que esta actitud representa cuando quien la recibe tiene mucho poder, ya sea sobre una persona o muchas, pero especialmente sobre un país entero. Los seres vivos tenemos una tendencia natural a la organización en grupos dirigidos por unos pocos: no nos resulta extraño que las manadas de lobos o leones sigan a la pareja de alfas, porque nosotros hacemos lo mismo, aunque los llamamos de maneras diferentes.

Comenzamos por el núcleo familiar, donde la realidad varía por diferentes motivos: hay quienes viven con sus progenitores, otros que han sido adoptados o que se crían con algún familiar, etcétera. Lo importante es que siempre tenemos un adulto cerca que representa el modelo a seguir durante los primeros años, alguien que tiene mucho poder sobre nosotros. Si es una persona sana mental y emocionalmente, si su amor por nosotros es genuino, entonces estamos a salvo; en el resto de los casos, nuestro desarrollo puede ser muy difícil y doloroso.

La obsecuencia es una herramienta de autodestrucción, aunque a simple vista parezca un medio para conseguir una meta. Dicen que el fin no justifica los medios, y esta frase nos puede ayudar a entender que halagar a alguien que está por encima de nosotros puede resultar tan peligroso como avivar un fuego de forma indefinida, porque en algún momento puede convertirse en un incendio que nos engulla.

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