Definición de negación
Indicar que algo no tiene existencia o que carece de veracidad es una acción que recibe el nombre de negar. El resultado de dicha acción, por su parte, se conoce como negación, un término que proviene del latín (negatio).
Este concepto, por lo tanto, menciona la privación o la insuficiencia de algo. En el ámbito de la gramática, la negación es una categoría en la que se incluyen aquellos términos que se emplean con ese fin y puede considerarse como un elemento de la lingüística que se utiliza para negar una expresión o un componente de una oración. Para esto, se usa un adverbio, una locución u otra clase de palabra. A partir de la negación, se sostiene que algo no existe o que una acción no se concreta.
Es habitual que la negación se produzca a partir de la anteposición del adverbio negativo “no”. Por ejemplo: “No voy a ir a los festejos de cumpleaños de Mariana”, “No tengo más dinero en mi caja de ahorro”, “No he dicho ni una palabra al respecto”. Aunque es también común que se construya con adverbios como “nunca” (“Nunca he golpeado a ese chico”) o “nada” (“La relación nada dejó en mi ser”), o mediante verbos que la implican (“Niego que haya expresado semejante cosa”, “Se rehusó a cumplir con la orden impuesta por su jefe”).
Para la lógica clásica, que acepta tan sólo dos posibles valores de verdad, la negación es una operación mediante la cual convertimos una proposición verdadera en falsa, y viceversa. En el caso de la lógica intuicionista, sin embargo, se amplían las posibilidades, exigiendo pruebas para determinar la veracidad de un enunciado; por lo tanto, la negación de una proposición será aquella que pueda probarse a través de las refutaciones de la primera. Para la semántica de Kripke, también conocida como relacional y que surgió a partir de finales de los años 50, la negación de una proposición es su complemento.
La negación y la psicología
La psicología define la negación como uno de los mecanismos de defensa del ser humano para enfrentar un conflicto, negando su existencia o su incidencia en el propio bienestar. Es muy común que una persona que ha perdido a un ser querido no sea capaz de enfrentar su muerte; muy a menudo, esta situación puede no revertirse jamás. Sin embargo, el cerebro es capaz de desarrollar diferentes estrategias para evadir un problema, y una de ellas es la exageración del mismo; en este caso, se desvía la atención de las causas y las razones, para enfocarse en el hecho mismo y potenciar así su repercusión.
Pero no siempre se niegan conflictos, sino también responsabilidades. Los niños que crecen en entornos donde se los estimula a estudiar y a abrir sus mentes tienen más posibilidades de encontrar un camino que los complete como personas, siempre que se los incentive y que no se los presione. Muchas personas reniegan de no haber tenido padres profesionales, pensantes, virtuosos de alguna disciplina, padres que les abrieran infinidad de puertas y que los inspiraran a explotar sus talentos. Pero, curiosamente, las figuras más sobresalientes de cualquier campo suelen provenir de familias humildes y trabajadoras, o abusivas y extremadamente disfuncionales, donde no existía ningún paradigma de éxito.
Como es de esperarse, aquellos que hayan logrado atravesar las adversidades de una crianza con carencias afectivas o económicas no siempre consiguen encaminar sus vidas; muchas veces, repiten las historias de sus padres. Lo interesante es que en muchos de esos casos, la razón principal no radica en una falta de recursos, sino en el miedo a superar a la familia, a convertirse en personas que hayan aprovechado las herramientas de mejor manera que sus padres. Este tipo de negación es tan fácil de encubrir y disimular como peligroso, ya que resulta en la fórmula perfecta para el fracaso emocional y profesional.