Definición de motilidad

La noción de motilidad proviene del vocablo inglés motility. El término refiere a la capacidad de moverse: desplazarse para abandonar un lugar y pasar a ocupar otro diferente.

En el ámbito de la medicina, la motilidad alude de manera específica a la facultad de desarrollar movimientos coordinados y con un cierto grado complejidad. En este marco, el concepto se vincula a la motricidad.

Para la biología, la motilidad es la destreza para moverse de forma independiente y espontánea. Aquello que tiene motilidad, por lo tanto, se puede mover.

La motilidad celular es clave para que los órganos y los tejidos puedan formarse. Las células están en condiciones de responder ante los estímulos del ambiente, desplazándose a través de movimientos contráctiles, vibrátiles o de otro tipo.

Los espermatozoides, por ejemplo, son células que tienen motilidad. Estos gametos masculinos disponen de un flagelo que les brinda movilidad y que les permite “nadar” con libertad para fecundar a un óvulo.

La idea de motilidad gastrointestinal, por otra parte, hace alusión a la acción que desarrolla el aparato digestivo para que los alimentos que se introducen en la boca terminen llegando, una vez que se realizó la digestión, al ano para su expulsión. Gracias a la actividad que desarrollan ciertas células, el quimo o bolo alimenticio se va desplazando.

En la motilidad gastrointestinal intervienen varios órganos de manera coordinada. Cuando el pasaje de la comida a través del intestino se produce con retardo o demasiado rápido, se habla de un trastorno de motilidad. Cabe destacar que existen fármacos que contribuyen a regularizar las funciones.

Diversos estudios apuntan a que los trastornos de motilidad gastrointestinal afectan a un porcentaje importante de la población, aunque los números varían de un país a otro; a comienzos del año 2020, por ejemplo, en México se hablaba del 35 por ciento. Algunas de las causas más comunes de este problema de salud son el estrés, tan frecuente en la vida moderna, los malos hábitos alimenticios y la ansiedad.

Todo esto nos recuerda que nuestro organismo es un todo, y que por eso debemos cuidarnos sabiendo que una falta de atención en un aspecto de nuestra vida puede desencadenar problemas en otros, incluso en los que menos relacionados parezcan estar. Los trastornos de motilidad gastrointestinal tienen nombres propios, como ser los siguientes: dispepsia funcional, gastroparesia y enfermedad por reflujo. Los datos estadísticos señalan que se dan con el doble de frecuencia en mujeres que en hombres, y que el rango etarios va desde los 20 a los 70 años.

El que destaca de la lista anterior es la dispepsia, el cual afecta al 15 por ciento de la población y tiene una lista de síntomas bastante molestos: náuseas, flatulencia, sensación de pesadez, quemazón y dolores en el abdomen superior; como si fuera poco, suelen aparecer después de las comidas. Además, los síntomas se acrecientan cuando se padece estrés o ansiedad. En pacientes con enfermedad por reflujo gastroesofágico, la dispepsia aparece en un promedio del 65 por ciento.

Si miramos con un poco de distancia los síntomas antes mencionados, notaremos que además de las molestias físicas que provocan en los pacientes se encuentra la humillación que pueden suponer algunos de ellos en un entorno laboral o estudiantil. Por esta razón, este tipo de trastorno de motilidad gastrointestinal afecta varios aspectos de la vida.

Las personas que sufren diabetes mellitus y sobrepeso son propensas a la gastroparesia, otro trastorno de motilidad intestinal que ralentiza e impide el correcto vaciamiento del estómago. Comparte los síntomas con la dispepsia y suma grados anómalos de glucosa en sangre. Existen medicamentos elaborados específicamente para tratar estos y otros problemas relacionados, pero es importante complementarlos con el cuidado de la salud emocional.

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