Definición de meritocracia

La Real Academia Española (RAE), en su diccionario, define la meritocracia como la forma de gobierno que asigna los puestos según los méritos individuales. En un sentido más amplio, se llama meritocracia a la discriminación en base a los méritos de cada persona.

Estimula el esfuerzo individual

La meritocracia supone que las posiciones de mayor poder o autoridad son distribuidas según las virtudes o las cualidades personales, asociando estos valores a la capacidad del sujeto de imponerse o sobresalir en una competencia contra el resto. El sistema meritocrático, de este modo, reserva sus puestos jerárquicos a quienes se destacan individualmente.

El antiguo sistema de examen imperial chino sentó las bases de la meritocracia


Es interesante señalar que la meritocracia tiene defensores y detractores. Para quienes la promueven, la meritocracia es más eficiente y justa que otros modelos debido a que estimula el esfuerzo individual y no realiza distinciones por raza, sexo o clase social.

Aquellos que se oponen a la meritocracia, en cambio, advierten que este sistema justifica las desigualdades económicas y sociales a partir de los supuestos méritos, sin considerar las enormes diferencias que existen en el punto de partida y en el contexto de cada sujeto.

Relación con el darwinismo social

De esta manera, hay quienes asocian la meritocracia al darwinismo social. Una sociedad meritocrática fomenta una competencia salvaje entre ciudadanos que no están en igualdad de condiciones. Los parámetros que teóricamente son neutros, en realidad, enmascaran los privilegios sociales existentes, que suelen heredarse.

Dicho de otra forma, el esfuerzo y el talento pueden ser insuficientes para progresar. Por otro lado, muchas personas alcanzan el éxito sin esforzarse ni ser talentosas; o sea, sin méritos.

En China y Francia

En China, entre el siglo VII y el XX , hubo un sistema de examen imperial que servía para reclutar a los burócratas conocidos como mandarines. La preparación que debían atravesar los alumnos consistía en estudiar las obras clásicas, entre las cuales destacaban las de Confucio, el conocido pensador a quien se atribuye la doctrina denominada confucianismo. Confucio daba una suma importancia a los ritos y la educación para formar personas de bien que pudieran servir al Estado.

En la Academia Hanlin, una institución que fundó el emperador Xuanzong en el siglo VIII, el método usado se podría considerar propio de la meritocracia. En pocas palabras, se seleccionaba un grupo de personas talentosas dejando en un segundo lugar su origen y enfocándose en su trabajo. Se trató de un sistema que estuvo en vigor desde el siglo XIV hasta 1905, cuando fue abolido; su propósito era oponerse a la aristocracia. Hay estudiosos que encuentran una influencia directa de este método en los procedimientos basados en la psicología para seleccionar y evaluar a los funcionarios ingleses y de otros países de Europa.

Los jesuitas llevaron la meritocracia de China a Francia


Precisamente, uno de los países en los cuales se puede apreciar esta inspiración es Francia, donde para reclutar a los servidores públicos se aplica un sistema basado en la competencia. Esto también es así en la Gran Escuela, nombre por el que se conocen ciertas instituciones de carácter público y privado que se dedican a la educación superior de alto nivel y seleccionan a sus alumnos por medio de un estricto concurso. La llegada de estas ideas a suelo francés tuvo lugar por medio de los jesuitas.

Entre los años 1704 y 1711, el reconocido filósofo, historiador, abogado y escritor Voltaire estudió con los jesuitas en el liceo Louis-le-Grand. En 1770, alabó el gobierno chino por solamente otorgarles el poder a los más capaces, a personas que hubieran superado exámenes de gran dificultad. También dijo que era un país donde el mérito y la virtud se ponían como los principales objetivos a alcanzar, y donde los orígenes sociales no suponían una barrera para llegar lejos.

Definición siguiente →