Definición de marketing internacional
El marketing, también conocido como mercadotecnia o mercadeo, es la disciplina que se dedica a elaborar estrategias para la gestión comercial de las empresas, buscando incentivar la demanda. Las tareas de marketing incluyen el análisis del comportamiento de los consumidores y del mercado.
Internacional, por su parte, es un adjetivo que se refiere a lo perteneciente o relativo a dos o más naciones. El término también permite nombrar a países distintos al propio y a aquello que ha trascendido las fronteras nacionales.
¿Qué es, pues, el marketing internacional? Se trata de la aplicación de las estrategias de marketing en un entorno diferente al propio. El especialista debe interactuar con culturas y realidades que son ajenas a su entorno habitual y que le obligan a prestar especial atención a ciertos factores que resultarán claves para la introducción de los productos en el mercado.
Una de las responsabilidades del marketing es fidelizar al consumidor, para lo cual el producto en cuestión debe satisfacer sus necesidades. En el marketing internacional, es importante que el experto tenga en claro cuáles son estas necesidades y cómo el producto que se pretende comercializar puede satisfacerlas.
Para cumplir con este objetivo, es necesario trabajar en el ámbito de la investigación del mercado extranjero. La mercadotecnia internacional tiene que conocer las características de este entorno para realizar las recomendaciones correspondientes en torno al diseño y el desarrollo del producto. Una vez que el producto fue introducido en el mercado, será el momento de tratar de fidelizar al consumidor y de desarrollar estrategias de expansión.
La estrategia del Océano Azul
Para generar ganancias y hacer crecer el mercado, no siempre se debe transitar un camino conocido y seguro; la estrategia del océano azul consiste en crear demanda en un espacio no contemplado hasta el momento, un mar virgen, en lugar de competir frente a frente con las demás compañías en una industria existente.
De forma opuesta, se conoce como océanos rojos a las industrias que existen hasta la aparición de uno azul. En ellos, todos conocen las reglas del juego y los límites de su accionar. La dinámica que se da en un océano rojo consiste en una competencia entre empresas que buscan obtener un mejor rendimiento que el resto, hacerse con una porción más grande del mercado, dando a los consumidores lo que estos piden, lo que todos saben que estos necesitan.
A medida que el espacio de mercado crece, disminuyen las posibilidades de obtener ganancias para cada compañía en particular; es ese el momento en el cual comienzan las medidas agresivas, que tienen como objetivo llegar a la cima sin reparar en las consecuencias, sin piedad por los competidores. Esta guerra despiadada tiñe el océano de sangre y de allí se desprende el nombre de este concepto.
El océano azul, por el contrario, representa un punto en el mapa que no ha sido descubierto aún, un espacio desconocido, sin competencia ni demanda; el primero en navegar sus cristalinas aguas es el encargado de crear dicha demanda, de mostrar a los consumidores un producto o servicio totalmente nuevo, y de convencerlos de que lo necesitan.
Cuando una estrategia de este tipo es exitosa, el crecimiento y las ganancias llegan muy rápidamente, como ocurrió con la Nintendo Wii, una consola lanzada a finales del año 2006, que revolucionó la manera de entender el entretenimiento digital gracias a su mando con detección de movimiento. En un océano azul no existen reglas, pero esto puede convertirse en un arma de doble filo.
Al basarse en una estrategia de marketing sin precedentes, pueden darse varias situaciones que pongan en riesgo la continuidad de una empresa: que el producto o servicio revolucionario no genere el impacto deseado y resulte imposible recuperar la inversión; que los competidores vean su potencial rápidamente y produzcan imitaciones mejoradas, logrando capturar la atención de los consumidores con mayor eficacia; que la aceptación sea muy lenta.