Definición de macilento
El vocablo latino malicentus llegó al castellano como macilento. La definición del término que ofrece la Real Academia Española (RAE) en su diccionario refiere a alguien delgado y demacrado.
Aspecto enfermizo
Macilento, por lo tanto, es un adjetivo. Un individuo macilento está muy flaco y no presenta un aspecto saludable: por el contrario, se lo nota pálido y débil. El concepto también se usa para calificar a aquello que resulta propio o característico de este tipo de sujetos.
Un hombre cuyo aspecto denota delgadez y problemas de salud
Por ejemplo: “La víctima describió al atacante como un hombre alto y macilento, de unos cuarenta y cinco años de edad”, “El cantante volvió a mostrarse en público tras ocho meses y alarmó por su aspecto macilento”, “El rostro macilento del anciano se conmovió ante la aparición de la niña, quien sonrió apenas lo vio”.
Es curioso que un criminal se vea macilento y, de todos modos, consiga concretar su ataque; sin embargo, el miedo que nos invade cuando sufrimos un asalto reduce nuestra capacidad de respuesta.
En sentido figurado
En ocasiones, macilento tiene un uso simbólico que alude a algo insalubre, endeble o frágil. Podemos encontrar esta acepción de la noción en diversas notas publicadas en periódicos y en revistas.
Supongamos que un periodista escribe: “El diputado pretendió impulsar un proyecto macilento que no consiguió apoyo ni siquiera en su propio bloque”. En este caso, el comunicador busca transmitir que el proyecto en cuestión no tenía robustez, con lo cual era poco probable que pudiera avanzar.
Veamos otro caso: “Los investigadores trataron de establecer un perímetro para atrapar al asesino, pero este cerco macilento no funcionó ya que, de alguna manera, el criminal volvió a escaparse”. Como se puede advertir, hubo un intento de capturar a un delincuente que no fue efectivo.
Dado que en su significado más directo este adjetivo sirve para describir a una persona que no se ve fuerte o sana, sino que parece demasiado débil para superar incluso las acciones fundamentales del día a día, como ser caminar, al usarse en un sentido figurado le resta un volumen considerable de fuerza al sustantivo que modifica. Un plan macilento, por lo tanto, no tiene muchas probabilidades de concretarse con éxito.
Etimología de «macilento»
Como se menciona más arriba, su raíz etimológica nos lleva al término latino macilentus, que tenía una ligera diferencia en cuanto a su significado con el que le adjudicamos en la actualidad: si bien ambos se definen como «flaco», macilento también puede hacer alusión a una «pérdida de color«, mientras que macilentus reemplaza esta acepción por «desmedrado».
Hay evidencias de que este vocablo se usó como mínimo desde el siglo III a. C., como se puede observar en algunos textos del comediógrafo Tito Maccio Plauto. Con respecto a su composición, encontramos el sufijo -ulentus, que indica abundancia; en algunos casos, la primera U se cambia por una I, algo muy común en el latín antes de la L. Pulverulento y truculento son otros dos ejemplos de este sufijo.
Un niño macilento: delgado y pálido
También podemos notar el adjetivo macer, que se traduce como «delgado», y que en este caso hace las veces de raíz. De ella también surgieron el verbo macrare («adelgazar»), que luego llegaron a nuestra lengua como demacrar y su adjetivo demacrado, además de la palabra magro y enmagrecer.
Volviendo al adjetivo latino, su raíz es *mak-, la cual podemos encontrar en varios idiomas indoeuropeos para designar lo «extenso y delgado». Como dato curioso, esta raíz indoeuropea no se interpreta de la misma manera en griego, donde se enfatiza el «gran tamaño» y no la delgadez. Es por esta razón que el adjetivo makrós lo acoplamos a muchos neologismo para dar la idea de «grande», como ocurre con macrobiótico, macroeconomía, macrocéfalo y macrocosmos.