Definición de debilidad
La noción de debilidad, procedente del vocablo latino debilĭtas, refiere a la escasez o la ausencia de fuerza, energía o poder. De acuerdo al contexto, el término puede emplearse de distintos modos.
Por ejemplo: “Comencé a sentir una extraña debilidad en mis piernas y decidí consultar a un médico”, “Los niños que tienen problemas alimentarios padecen debilidad y no pueden rendir en la escuela”, “La lesión del escolta acentuó aún más la debilidad del equipo local”.
Cuando una persona no tiene fuerza en sus músculos, experimenta debilidad muscular, también conocida como miastenia. Las causas de este trastorno son diversas: un nivel reducido de potasio en las células musculares, una enfermedad musculoesquelética, etc.
La debilidad muscular puede calificarse como percibida cuando un individuo siente que debe hacer un esfuerzo grande para realizar cada acción. La debilidad muscular verdadera, en cambio, aparece cuando los músculos ejercen una fuerza inferior a la esperada.
La idea de debilidad mental, por otra parte, alude a una discapacidad intelectual de carácter leve. En la antigüedad el concepto se empleaba para describir una amplia gama de problemas mentales, aunque hoy en día su uso es mucho más acotado.
A partir de finales del siglo XIX y hasta comienzos del XX se hablaba de personas débiles de mente o débiles mentales para hacer referencia a diversas deficiencias mentales, entre las cuales se encontraba la que en la actualidad denominamos retraso mental en todos sus grados y tipos, y también la dislexia, una discapacidad del aprendizaje que dificulta la lectoescritura.
Es importante señalar que en un principio este término no tenía una connotación peyorativo, sino que se usaba como una etiqueta psiquiátrica que describía con precisión la condición de los pacientes, tanto como la palabra idiota y su respectivo trastorno, la idiocia.
En pocas palabras, por otra parte, se usa el concepto de debilidad mental para agrupar una serie de síntoma o un síndrome que afecta especialmente la esfera afectiva: el decaimiento, la tristeza patológica, un trastorno del humor o la irritabilidad, todas cuestiones que pueden afectar negativamente el rendimiento de la persona en sus actividades cotidianas, como ser el trabajo y el estudio, al punto de limitarla.
Hoy en día, cuando se habla de debilidad mental se hace referencia al retraso mental en una forma leve, de acuerdo con lo que estipula la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una debilidad también puede ser simbólica o subjetiva. Un periodista deportivo puede afirmar que la debilidad de un equipo de fútbol es su defensa ya que considera que se trata del sector más vulnerable del conjunto.
También podemos usar esta acepción del término para hablar de esos aspectos de la personalidad que «manchan» la imagen del individuo por ser opuestos al resto de sus características, que suelen ser sus virtudes. Por ejemplo: «Pablo es un chico encantador, con muy buenas ideas y mucha habilidad para hacer su trabajo, pero dormir es su debilidad, por lo cual llega siempre tarde».
Cuando alguien siente afecto, predilección o pasión por algo, por último, se dice que tiene debilidad por ello: “Las pastas son mi debilidad”, “Soy un hombre bastante severo, pero mi sobrina es mi debilidad”, “La debilidad de mi padre son los postres”.
En este marco, es posible decir que alguien o algo es la debilidad de una persona, con un sentido similar a las frases «es mi comida preferida» o «es mi sobrina predilecta», por ejemplo. Cabe mencionar que por lo general usamos esta palabra para hacer referencia a nuestros propios gustos; si bien también es posible hablar de las debilidades de los demás, suele tratarse de personas a las cuales conocemos muy bien.