Definición de locomoción
La idea de locomoción se forma a partir de dos vocablos latinos: locus (que puede traducirse como “lugar”) y motio (“movimiento”). El concepto alude al traslado de un sitio a otro.
La locomoción, por lo tanto, es el desplazamiento físico. Una persona, al caminar, apela a sus piernas para la locomoción: de esta manera, puede partir desde un lugar y llegar a otro distinto. Es importante mencionar que todos los animales disponen de capacidad de locomoción ya que se mueven por su propio impulso, a diferencia de las plantas.
Es cierto que las plantas no poseen lo que llamamos locomoción, pero esto no impide que realicen ciertos movimientos. De hecho, sin este grado de libertad y autonomía, muchas especies no podrían orientarse para recibir adecuadamente la luz del sol que necesitan para desarrollarse y realizar sus funciones vitales. Ciertas clases de hongos, por otro lado, son capaces de aproximar sus raíces a otros individuos para reproducirse.
Los vehículos, en tanto, son medios de locomoción. Un automóvil, una motocicleta, una bicicleta, un barco, un avión o un tren, por mencionar algunas opciones, permiten trasladarse en el espacio geográfico.
La locomoción resulta indispensable en todos los ámbitos de la vida. Un individuo necesita desplazarse para satisfacer sus necesidades básicas, como alimentarse o ir al baño. Cuando existen motivos físicos que impiden la locomoción, se requiere asistencia permanente.
Gracias a los vehículos, por otro lado, los seres humanos pueden recorrer grandes distancias en poco tiempo, superando las limitaciones de su propia locomoción. Sin medios de transporte, la humanidad no podría haber evolucionado hasta alcanzar su estadio actual.
Un hombre, por ejemplo, puede caminar desde su casa hasta la estación de tren de su ciudad, viajar en el ferrocarril hasta un aeropuerto y allí subirse a un avión que lo deja en otro país. Una vez que arriba a su destino, se toma un taxi hasta un hotel. Como se puede apreciar, la locomoción –propia y asistida– le permite llegar a múltiples lugares.
La historia de los vehículos creados por el ser humano data de varios siglos atrás. Si dejamos fuera las carretas tiradas por animales y nos enfocamos en los coches autónomos, debemos prestar atención al final del siglo XVII y el comienzo del XVIII, cuando surgió el uso del vapor como método de impulso.
Si bien la mayoría de los primeros ejemplos documentados datan del siglo XVIII, el misionero Ferdinand Verbiest se considera el primer creador de un vehículo a vapor, el cual presentó en China a finales de 1600.
Como se menciona en un párrafo anterior, los medios de transporte nos permiten superar nuestras limitaciones. Sin embargo, este exceso tiene un impacto negativo en el medio ambiente, ya sea de forma directa o indirecta. Muchos pueden alegar que el uso de la bicicleta no genera ningún tipo de contaminación, pero no debemos olvidar que las plantas en las que se producen sus materiales y se ensamblan sus partes sí tienen efectos perjudiciales para el planeta.
La naturaleza dotó a cada especie de un tipo de locomoción bien definida, que le permite moverse por su hábitat de la forma en la que necesita para subsistir. La teoría acerca de nuestros antepasados que habla de un paso del suelo a los árboles para protegernos de los depredadores nos indica una locomoción enfocada en acciones tales como trepar, arrancar frutos de los árboles y, probablemente, saltar con cierta facilidad.
En la actualidad, no es muy común ver a un adulto hacer ninguna de estas cosas, al menos en su día a día; por el contrario, las partes del cuerpo que más movemos son las manos, para operar los diferentes dispositivos que «dominan» nuestras actividades.