Definición de irritabilidad
Del latín irritabilitas, la irritabilidad es la propensión a irritarse (sentir ira o una excitación morbosa en un órgano o parte del cuerpo). Puede definirse como la capacidad que posee un organismo vivo de reaccionar o responder de manera no lineal frente a un estímulo.
La irritabilidad, por lo tanto, permite que un organismo identifique un cambio negativo en el medio ambiente y reaccione ante dicha alteración. Esta respuesta puede tener efectos patológicos o fisiológicos.
La irritabilidad está considerada como una capacidad homeostática de los seres vivos para responder ante estímulos que dañan su bienestar o su estado natural. Gracias a esta capacidad, los seres vivos logran adaptarse a los cambios y garantizan su supervivencia. Cabe destacar que se conoce como homeostasis al conjunto de fenómenos de autorregulación que posibilitan el mantenimiento de la constancia en las propiedades y la composición del medio interno de un organismo.
Es posible distinguir entre dos tipos de estímulos que despiertan la irritabilidad: los internos (que se producen dentro del organismo) y los externos (provienen del ambiente). La temperatura, la composición química del suelo, el agua o el aire, la luz y la presión son estímulos que motivan la reacción del organismo.
Mientras que en un organismo unicelular todo el individuo responde frente al estímulo, en los organismos multicelulares la reacción depende de ciertas células, según cada caso en particular.
La irritabilidad puede ser motivada por cuestiones psicológicas y expresarse mediante reacciones exageradas o desproporcionadas, generalmente inesperadas por el entorno de la persona. Es muy común que la inestabilidad emocional sea mal vista y que la gente no se detenga a pensar que ésta no puede ser provocada intencionalmente, sino que se origina a partir de una serie de sucesos del pasado, que en la mayoría de los casos tienen lugar durante la tierna infancia.
Cabe señalar que cada persona ve el mundo de una manera única, y lo analiza basado en sus propias experiencias, de manera que ningún par de seres humanos percibe una situación determinada del mismo modo, por similares que sean sus apreciaciones. Dicho sea de paso, esto está íntimamente relacionado con la diversidad de gustos, algo que muchos tenemos presente y aceptamos, al menos en el ámbito del entretenimiento y la formación académica; un cirujano no siente repugnancia al ver un cuerpo abierto, así como un matemático no se deja intimidar por los números, y ser un experto en un campo no excluye ser poco habilidoso en otro.
De este modo, ante una imagen pueden surgir diferentes reacciones, que van desde la admiración hasta la indiferencia, pasando por la alegría y el horror. Por ejemplo, si se muestra una fotografía de un niño de unos meses de edad a un grupo de personas, se espera que éstas halaguen su belleza, que señalen incansablemente la ternura que inspira y que sientan deseos de tenerlo entre sus brazos. ¿Por qué la figura de un bebé podría despertar sentimientos negativos en alguien? La respuesta dista de trastornos de la personalidad tales como la psicopatía: la causa puede ser, entre tantas otras, la reciente pérdida de un hijo.
Habiendo expuesto cuán diferente puede ser la percepción que cada persona tiene de su entorno, resulta más fácil comprender el concepto de irritabilidad y aceptar que ninguna reacción violenta se da porque sí, sino que viene como resultado de enfrentarse a una o varias situaciones sin resolver en lo más profundo de nuestro cerebro.
Este síntoma se encuentra muy comúnmente en el trastorno límite de la personalidad, conocido también como Borderline. Quienes padecen esta enfermedad sufren cambios de humor muy bruscos e imposibles de controlar, yendo de la depresión a los brotes de ira en cuestión de segundos.