Definición de influjo
El vocablo latino influxus llegó al castellano como influjo. Así se denomina al acto y el resultado de influir: provocar un efecto, ejercer una supremacía o un predominio.
Influjo, por lo tanto, puede emplearse como sinónimo de influencia. Por ejemplo: “Mi hijo no es malo, seguramente actuó bajo el influjo de su primo”, “El poeta estuvo varias semanas bajo el influjo de las musas, escribiendo sin parar”, “Nunca hay que conducir bajo el influjo del alcohol ya que se multiplica el riesgo de provocar un accidente”.
Tomemos el caso de un hombre que es capturado por la policía luego de dispararle con un revólver a un vecino. El detenido, atrapado al día siguiente de los hechos, se justificó diciendo que es adicto a las drogas y confesó que en ese momento se encontraba bajo el influjo de una sustancia, sin comprender las consecuencias de su accionar. Un tribunal, en este marco, deberá analizar lo sucedido para determinar si el atacante es imputable o no y si el consumo de estupefacientes resulta un agravante o un atenuante de su conducta.
Un crítico literario, por otra parte, sostiene que una determinada novela tuvo un influjo determinante en la cultura de un país durante las primeras décadas del siglo XX. Para este especialista, el libro en cuestión alcanzó una popularidad tan grande y logró generar un impacto tan acentuado que millones de personas se vieron marcadas por la obra.
Es habitual que un idioma, por último, vaya renovándose con el paso del tiempo por el influjo de otras lenguas. Este vínculo hace que surjan nuevos términos y se generen neologismos.
El término influjo no posee un gran número de sinónimos, al menos no de uso común en el habla cotidiana. Sin embargo, podemos señalar dos grupos, según los matices que imprimamos en su significado: cuando hablamos de la «influencia que alguien ejerce sobre otra persona o sobre una situación», entonces podemos hacer uso de ascendiente, impronta e influencia; para su acepción como «dominio sobre algo» están autoridad, predominio, poder y peso.
A menudo oímos que la luna llena tiene una cierta influencia en nuestra vida: desde el comportamiento hasta la salud, tanto física como mental, sin dejar de lado la cantidad de nacimientos, se cree que el influjo de la luna es considerable. Aunque esto pueda parecer propio del saber popular, diversas estadísticas han demostrado que un gran porcentaje de los médicos y enfermeros de todo el mundo creen que, en efecto, el ciclo de la luna nos afecta a todos.
Algo innegable es que la luna, y en especial la luna llena, siempre nos ha causado fascinación, algo que también se refleja en las muchas historias de ficción que ha inspirado. La luna ha sido asociada a la fertilidad de la mujer, en gran parte porque su ciclo y el de la menstruación suelen durar 28 días (aunque la de este último puede variar).
Con respecto al influjo de la luna llena en nuestra conducta, muchos creen que puede volvernos violentos, y esto explicaría el supuesto aumento de crímenes y accidentes durante esta fase. Pero, ¿qué dicen los detractores de esta teoría? En el año 2012, por ejemplo, un estudio a cargo de la profesora Geneviève Belleville, del departamento de psicología de la Universidad Laval, en Canadá, señaló que tal influencia del satélite terrestre sobre nuestras vidas es absolutamente falsa.
Para desmentir estas creencias tan antiguas como populares, el equipo de investigadores estudió de cerca los casos de urgencias médicas que tienen lugar durante las noches de luna llena a lo largo de tres años. Su conclusión apunta a que los casos de alteración anímica se debe a la predisposición que generan los mitos relacionados con la luna, y no a su influjo propiamente dicho.