Definición de influenza

El concepto de influenza, que deriva de la lengua italiana, puede usarse como sinónimo de gripe o de gripa. Los tres términos aluden a lo mismo: a una enfermedad infecciosa y epidémica que se manifiesta de diversas formas, aunque por lo general incluyendo catarro y fiebre.

La influenza es producida por virus que pertenecen a la familia Orthomyxoviridae. Una vez que un individuo está infectado, contagia la enfermedad al estornudar, toser o incluso hablar, ya que esparce involuntariamente gotas de saliva o secreciones nasales con el virus.

La distribución de la influenza a nivel mundial obedece patrones estacionales, dando lugar a epidemias y pandemias. En las regiones de clima templado, los casos suelen multiplicarse en el invierno y en el otoño, cuando las personas, debido a las bajas temperaturas, permanecen más tiempo en lugares cerrados y ambientes poco ventilados, favoreciendo los contagios.

En el ser humano, la influenza afecta principalmente a las vías respiratorias: la nariz, la garganta, los bronquios y, en menor medida, los pulmones. En ciertos casos, incluso puede llegar al cerebro o al corazón. Habitualmente la enfermedad remite de forma espontánea luego de unos días, aunque puede llegar a generar complicaciones que agraven el cuadro.

Quien tiene influenza sufre un malestar general con dolores de cabeza, musculares, articulares y estomacales. La tos y la fiebre también son frecuentes. El tratamiento suele basarse en el reposo y en el suministro de fármacos que combaten los síntomas (como analgésicos y antipiréticos). Los antibióticos no son eficaces ya que el trastorno es producido por un virus y no por una bacteria.

Cabe destacar que, para prevenir la influenza o gripe, existen vacunas que se les suministran a quienes integran grupos de riesgo: sujetos que, por determinados factores, pueden sufrir complicaciones de gravedad si contraen la enfermedad.

Si bien no se puede negar la efectividad de ciertos tratamientos clínicos, no es necesario acercarse a una consulta médica para curarse de un caso de influenza. En casa podemos preparar diferentes recetas beneficiosas para nuestra salud así como incluir ciertos alimentos en nuestras comidas diarias para prevenir y combatir esta enfermedad.

Entre los alimentos más efectivos contra la influenza se encuentran el jengibre y el limón, los cuales suelen consumirse juntos ya que forman un equipo imbatible contra la gripe y el resfrío, entre otros problemas de salud. Con respecto al jengibre, se trata de un antibiótico natural que tiene poca competencia; además, destacan sus propiedades antiiflamatorias, que también lo vuelven adecuado para cualquier trastorno respiratorio.

El limón, por su parte, es una conocida fuente de vitamina C, pero también posee propiedades antibacterianas y antiinflamatorias. Como si esto fuera poco, es un fruto que potencia el sistema inmune. Aquellas personas que no toleren la acritud de estos dos alimentos o el típico picor que provoca el jengibre si se toma directamente, pueden recurrir a algún producto dulce, tal como la miel de caña, para suavizarlo en una infusión.

Como se menciona en un párrafo anterior, uno de los síntomas más comunes de la influenza es la tos. Sin lugar a dudas, es también uno de los más molestos, ya que dificulta el habla y encima daña las vías respiratorias. Un alimento ideal para combatirla es la cebolla, que se usa desde hace siglos para tratar un gran número de enfermedades, como ser el resfrío.

Gracias a sus propiedades antiinflamatorias, podemos beneficiarnos de su consumo para reducir la mucosidad y la tos. El limón y la miel de caña son dos complementos perfectos de la cebolla, con los cuales podemos preparar una eficaz infusión. Sin embargo, los amantes de la verdura fresca son quienes obtienen los mejores resultados, ya que la cebolla cruda ofrece una acción más rápida.

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