Definición de indigencia
Indigencia (del latín indigentia) es la falta de medios para satisfacer las necesidades básicas (alimentación, vestimenta, etc.). La persona que sufre la indigencia se conoce como indigente.
La falta de ingresos propios es una de las características principales de la indigencia. El indigente no tiene empleo o trabaja en condiciones precarias, lo que se traduce en serias dificultades para cubrir sus necesidades.
Por ejemplo: “Este país no debería tener un índice de indigencia tan alto”, “Mi situación económica es delicada: si me quedo sin trabajo, caeré en la indigencia”.
Quien sufre la indigencia suele no tener hogar (generalmente duerme en la calle o en algún albergue) y depende de la ayuda estatal o la solidaridad para subsistir. Esta gente vive una situación de marginación social por la extrema pobreza.
Para el Estado, son indigentes los hogares que no reciben los ingresos suficientes para cubrir una canasta de alimentos (la variedad y la cantidad considerada básica según diversos estudios que se apoyan en índices de nutrición y en los hábitos alimenticios de la población).
Otra forma de considerar la indigencia es según el salario mínimo: quien recibe ingresos inferiores a dicha suma es indigente, ya que se entiende que no cuenta con los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.
La indigencia es un problema estructural en muchos países. Hay familias con varias generaciones en la pobreza, debiendo enfrentar un gran número de necesidades, con imposibilidad de acceso a la educación, a la salud, etc. Las autoridades estatales tienen la obligación de trabajar en programas de desarrollo social e inclusión para romper este círculo vicioso de indigencia y lograr el progreso de los habitantes.
Uno de los primeros problemas que encuentran las fundaciones que pretenden luchar contra la indigencia es conseguir una definición precisa de este fenómeno, dado que es la única forma se conocer los puntos a solucionar. Además, en esta lamentable ecuación se mezclan otras dos situaciones sociales: la exclusión y el denominado sinhogarismo.
En conjunto, resulta bastante complicado trazar diferencias sustanciales entre no tener los ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas y no tener la posibilidad de acceder a un techo de manera permanente o estable, ya que ambas son realidades desesperantes que requieren de una solución inmediata y para siempre.
Sin embargo, el problema comienza a gestarse mucho antes de su potencial aparición: quienes nunca hemos vivido una situación como las descritas en los párrafos anteriores solemos pensar que «eso nunca nos ocurrirá a nosotros». Una peligrosa combinación de negación y de exigencias sociales propias de la vertiginosa carrera que representa el día a día actual nos lleva a no detenernos a considerar el sufrimiento ajeno ni los riesgos que nosotros mismos corremos, y por eso nunca estamos preparados para enfrentar y superar un capítulo tan duro.
Esta distancia invisible que existe entre los afortunados y los desgraciados acentúa terriblemente la exclusión que sienten estos últimos, ya que cuando no reciben una mirada de desprecio son ignorados como si su presencia en las calles recordara una vieja leyenda urbana que todos quisieran olvidar.
Nos aterroriza la mera idea de ser indigentes, de perder nuestros hogares, porque en el fondo sabemos que no existe un sistema efectivo y transparente que ayude a esas personas a salir del pozo; no confiamos en las campañas pasajeras, las cuales consideramos pura propaganda pre-electoral, y por eso aportamos nuestro granito de arena al no colaborar con ellas, cerrando así el círculo de perdición y desesperanza.
Una medida que todos podemos tomar para reducir las probabilidades de que la indigencia se apodere de nuestras vidas es realizar un profundo y consciente estudio de nuestros gastos, buscando eliminar aquellos que no son necesarios, reemplazar ciertos artículos de necesidad por alternativas más económicas sin llegar a sacrificar su calidad, y asegurarnos de contar con un ahorro que nos pueda mantener a flote durante un tiempo en caso de emergencia.