Definición de grosero
Antes de entrar de lleno en la definición del término grosero, vamos a proceder a conocer su origen etimológico. En este caso, podemos indicar que deriva del latín. Exactamente es fruto de la suma de dos componentes léxicos de dicha lengua:
-La palabra “grossus”, que puede traducirse como “grande” o “fuerte”.
-El sufijo “-ero”, que se usa para darle forma a adjetivos que vienen a indicar relación o pertenencia.
La noción de grosero puede utilizarse para calificar a un individuo que no tiene educación y que actúa de forma incivilizada. El sujeto grosero, por lo tanto, carece de delicadeza y no respeta las normas de convivencia esenciales.
Por ejemplo: “¡Qué hombre tan grosero! Me empujó para pasar primero”, “Hijo, no seas grosero y agradécele a la señora que te obsequió ese chocolate”, “El joven, grosero, respondió la pregunta con un insulto”.
Entre los sinónimos de la palabra que nos ocupa, podemos destacar términos tales como indecoroso, tosco, ordinario, rústico, basto, burdo, zafio, desconsiderado, soez, indigno o chabacano, por ejemplo. Por el contrario, entre sus antónimos nos topamos con adjetivos como delicado, fino, digno, decente, educado…
Aquello que resulta característico o típico de un ser humano grosero es calificado de la misma forma. En este marco, puede hablarse de “hábito grosero”, “costumbre grosera”, etc.
Los insultos y las expresiones definidas como groserías también se consideran groseros. Un discurso que incluye términos soeces puede ser mencionado como grosero, al igual que una canción plagada de este tipo de palabras.
Lo grotesco y lo de mal gusto, por otra parte, puede mencionarse como grosero: “La cantante subió al escenario con un vestido grosero que dejaba poco a la imaginación”, “No entiendo por qué emiten imágenes tan groseras en un programa de TV”, “Son fotos groseras que nadie debería difundir”.
Aplicado a una cosa, el adjetivo grosero puede aludir a su poca calidad, a su tamaño excesivo o a su falta de exactitud o precisión: “Anoche me sirvieron un sándwich grosero que ni entraba en el plato”, “Una primera estimación grosera señalaba que había más de 10.000 personas en la plaza”, “Los muebles del hotel eran groseros”.
Además de todo lo indicado, no podemos pasar por alto que en el ámbito de la literatura también se utiliza el término que nos ocupa. Así, por ejemplo, tenemos que destacar que a lo largo de la historia se ha usado ese adjetivo para calificar a obras que se han calificado como de mal gusto por distintas razones.
Así, por ejemplo, se ha establecido durante años que el libro El amante de Lady Chatterley, publicado en 1928 y escrito por D.H. Lawrence era grosero. ¿Por qué? Porque a lo largo del mismo no solo se utilizaba un lenguaje muy soez sino también porque se describían de forma contundente y sin tapujos relaciones sexuales de diversa índole.
De la misma manera, a todo lo expuesto tenemos que añadir que grosero también puede encontrarse ejerciendo como apellido.
Una falla notoria, por último, puede nombrarse como grosera: “Un error grosero del árbitro privó al equipo local de obtener el triunfo”, “No compres ese anillo, es una falsificación grosera”, “Creo que el tribunal cometió un fallo grosero al declarar inocente al acusado”.