Definición de geolecto
La idea de geolecto no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). El término, de todos modos, permite aludir al dialecto que se emplea en una región específica.
Por eso para entender qué es un geolecto, primero debemos centrarnos en el concepto de dialecto. Así se denomina una variedad lingüística que no llega a tener la categoría social de idioma.
En las lenguas, por lo tanto, es posible reconocer diferentes variedades que se caracterizan por presentar rasgos lingüísticos que usan determinados grupos de personas. Los geolectos constituyen una de estas variedades, centrada concretamente en las características compartidas en una zona geográfica.
Puede decirse que un geolecto es un dialecto que se utiliza en un determinado territorio. Quienes recurren a esta variedad de la lengua para comunicarse comparten un léxico, una sintaxis y una entonación en particular.
Los geolectos son variaciones de un idioma que están vinculadas a la geografía. Por lo general, quien habla una lengua puede comprender todos sus geolectos, más allá de las diferencias que existen entre cada uno.
Es posible considerar como grandes geolectos al español de América y al español de España, los cuales a su vez pueden dividirse en muchos otros conjuntos según el país, la comunidad autónoma, etc. Supongamos que se necesita hacer referencia a un chico o a un joven: en España se usará el término “chaval”, mientras que en Argentina se apelará a la palabra “pibe” y en México, a la expresión “chavo”. Los venezolanos, por su parte, hablarán del “chamo”. Como se puede apreciar, la denominación depende del geolecto utilizado.
Una de las reflexiones que podemos hacer a simple vista es que los geolectos nos imponen una subdivisión del idioma, en este caso del español, de manera que resulta casi imposible asegurar que todos hablamos el mismo. Claro que, como bien se explica en un párrafo anterior, el geolecto y el idioma no son sinónimos, sino que este último incluye el primero en un número generalmente bastante amplio. Sin embargo, sin entrar en las cuestiones más técnicas, cuesta creer que en los países antes citados se hable la misma lengua, ya que las diferencias son muchas.
Puesto en datos estadísticos, hacia finales del año 2020 la cantidad de personas que habían nacido en un país de habla hispana ascendía a 480 millones. Estamos ante un número considerable, en particular si recordamos que nos encontramos dispersos por casi toda América del Sur, América Central y la Península Ibérica, además de otros casos menos conocidos. Si no existieran los geolectos, seríamos una potencia imposible de derribar, pero esta serie de diferencias en el acento, las cadencias y los términos hacen que muchas veces sintamos que debemos volver a la escuela para entender a uno de nuestros compañeros hispanohablantes.
Retomando el concepto de variedad lingüística, podemos agregar que el geolecto pertenece al grupo de las geográficas o diatópicas, que surgen a lo largo de la historia de un idioma a causa de la distancia que separa a los distintos grupos de individuos que lo hablan. Recordemos que los medios de comunicación tal y como los conocemos hoy en día son muy recientes, y no existían a lo largo de la mayor parte del surgimiento de los geolectos, de manera que durante siglos la mayoría de la gente de un continente no sabía de que forma se hablaba su mismo idioma más allá de su territorio.
La fusión de culturas en una misma región contribuye con este fenómeno, porque entre ellas se «prestan» términos, expresiones y rasgos de la entonación que con el paso de los años se transforman en características únicas del habla del lugar, inexistentes en otras partes del mundo.