Definición de fitosanitario
Fitosanitario es un adjetivo que alude a lo que se vincula a prevenir y tratar las diversas enfermedades que pueden padecer las plantas. Los controles fitosanitarios, por lo tanto, son muy importantes en la agricultura.
Los productos fitosanitarios son aquellos que se utilizan para combatir a los agentes que pueden enfermar a los plantas. Los insecticidas, los bactericidas, los fungicidas y los plaguicidas en general forman parte de este conjunto.
Estos productos, que también pueden ser llamados agrotóxicos, fueron definidos por la Organización Mundial de la Salud como las sustancias o las mezclas que se utilizan para la prevención, destrucción, atracción o el combate de toda enfermedad o plaga que atente contra la agricultura o la salud pública a lo largo de los procesos de producción, conservación, transporte y distribución de todo producto agrícola y sus derivados.
Los agentes que pueden ser combatidos con ayuda de un producto fitosanitario son muchos y muy diversos, razón por la cual también es necesario fabricar diferentes tipos de productos: para combatir los insectos, los ácaros, los moluscos, los roedores, los hongos, la maleza y las bacterias se utilizan insecticidas, acaricidas, molusquicidas, rodenticidas, fungicidas, herbicidas y bactericidas, respectivamente. Si hablamos de plagas en un sentido más general, entonces se utilizan los plaguicidas para intentar erradicarlas.
Es importante señalar que no todos los productos fitosanitarios actúan de forma directa sobre los agentes dañinos; por ejemplo, tenemos los defoliantes, un grupo de productos químicos que se aplican en las plantas para que sus hojas se desprendan. También existen los desecantes, que se utilizan con el propósito de reducir la humedad de las plantas, y los fitorreguladores, productos que regulan su desarrollo, ya sea paralizando o estimuando el crecimiento de sus partes.
Gracias a los productos fitosanitarios, es posible mejorar el rendimiento de los terrenos e incrementar la producción agrícola de forma extraordinaria. A su vez, estas sustancias contribuyen a la comercialización de los cultivos porque extienden su vida y demoran el deterioro que tendría lugar a lo largo de los extensos procesos que deben atravesar desde su elaboración hasta su puesta en venta. Esto repercute también en una reducción del precio y en un mejor aspecto a los ojos de los potenciales consumidores.
El uso de productos fitosanitarios se encuentra en el marco de la llamada Revolución verde, nombre que recibe a nivel internacional el aumento considerable en la productividad agrícola y, por consiguiente, de alimentos que tuvo lugar entre la década del 60 y la del 80 en Norte América, que luego se extendió por varias partes del mundo.
Como aspecto negativo, los productos fitosanitarios pueden contaminar el agua y el suelo y atentar contra la biodiversidad. La combinación con los fertilizantes, por ejemplo, puede dar lugar a la eutrofización, el aumento de nutrientes que tiene lugar en un ecosistema acuático a nivel masivo. Además, un manejo inadecuado de los mismos puede afectar la salud de los trabajadores agrícolas e incluso de los consumidores de los vegetales.
Por todo esto, es importante que haya controles sobre los productos fitosanitarios. Estos elementos son indispensables para aumentar la producción de alimentos y así satisfacer las necesidades alimenticias de la población mundial, pero también es imprescindible que no dañen la salud pública ni la ecología.
Las autoridades de un país o de una región, por otra parte, suelen establecer requisitos fitosanitarios que los productores deben cumplir para estar habilitados a comercializar sus productos. En este sentido, muchas veces se entregan certificados fitosanitarios que avalan el proceso productivo.
Estas certificaciones indican que los productos vegetales en cuestión cumplen con las exigencias fitosanitarias que se especifican en la documentación. Así se busca evitar la propagación de enfermedades.