Definición de factores abióticos
Un factor es un agente que desarrolla acciones en conjunto con otros elementos. Abiótico, en tanto, es aquello que no tiene vida, en oposición a lo biótico (lo que caracteriza a los organismos vivientes o constituye la biota).
En cualquier ecosistema, podemos distinguir entre los factores bióticos y los factores abióticos. Los factores bióticos son la fauna, la flora y el resto de los seres vivos presentes en una zona; es decir, los animales, las plantas, los hongos, etc. Los factores abióticos, en cambio, son los que surgen a través de los componentes químicos y físicos del entorno. De este modo, podemos nombrar como factores abióticos al aire, el agua y el suelo, por ejemplo.
Aunque los factores abióticos carezcan de vida, resultan indispensables para el nacimiento, el desarrollo, la subsistencia y la reproducción de todos los organismos vivos. Una vaca, por citar un caso, necesita aire y agua: si no tiene acceso a estos factores abióticos, muere. Por eso puede decirse que los factores bióticos requieren la presencia de factores abióticos para existir.
Uno de los factores abióticos más importantes es la luz del sol, que es una gran fuente de energía, sino la fundamental. Las plantas pueden convertir la energía lumínica en energía química a través de la fotosíntesis. Esa misma energía está presente en todas las sustancias orgánicas que producen las plantas y es ingerida por los animales mediante la alimentación.
La luz solar, por otra parte, determina el desarrollo de los ritmos biológicos. Según las características de este factor abiótico, las especies viven de una u otra manera. Con respecto a su variabilidad, podemos decir que se ve afectada por diversas causas, entre las cuales se encuentran los movimientos de traslación y rotación de nuestro planeta.
Dado que la Tierra no permanece en la misma posición todo el tiempo, sino que rota y se desplaza constantemente alrededor del Sol, se produce lo que se conoce como foto período, la cantidad de luz correspondiente a un momento en el tiempo, y esto deriva en inevitables cambios de tipo periódico y fisiológico.
Este factor abiótico es absolutamente necesario para nuestro desarrollo, y es importante señalar que si bien se considera «inagotable», tan sólo una porción de ella llega a la superficie de nuestro planeta: aproximadamente 1,94 calorías por centímetro cuadrado de energía solar alcanza la Tierra cada minuto, pero 0,582 vuelven al espacio a causa del reflejo con las nubes y el polvo de nuestra atmósfera, y 0,388 calorías quedan en las capas de la atmósfera por medio de la absorción.
La relevancia de la luz solar como factor abiótico para el ecosistema es tal que, en pocas palabras, no habría vida en nuestro planeta si no fuera por ella. Cabe señalar que el Sol nos provee de otros tipos de energía, además de la luz visible, entre los cuales se encuentran los rayos gamma, la luz ultravioleta, la radiación infrarroja (el calor) y las ondas de radio. La luz ultravioleta no puede ser percibida por el ser humano, pero los insectos la aprovechan para distinguir las diferentes flores, por ejemplo.
Otro de los principales factores abióticos es la temperatura, la cual necesitan los individuos que pertenecen al grupo de los organismos ectotérmicos, es decir aquellos que no pueden regular la temperatura de su propio cuerpo (por ejemplo, los reptiles, los anfibios y los peces). El proceso de la fotosíntesis, por otro lado, también se vale de una porción de calor, aunque pequeña.
Como se menciona anteriormente, el agua es también un factor abiótico indispensable para el desarrollo de los seres vivos. Tanto es así que los científicos aseguran que el origen de la vida en nuestro planeta tuvo lugar precisamente en el agua.