Definición de excelencia
Procedente del vocablo en latín excellentia, la excelencia es una palabra que permite resaltar la considerable calidad que convierte a un individuo u objeto en merecedor de una estima y aprecio elevados.
La noción de excelencia, por lo tanto, se relaciona a la idea de perfección y a las características sobresalientes. El término señala aquello que está por encima del resto y que posee escasas falencias o puntos débiles; en el mundo del consumo, puede tratarse de un producto de calidad probada o innovador.
La excelencia se asocia a la alta calidad y a la perfección.
La excelencia en las personas
En el caso de los seres humanos, la excelencia hace mención a alguna capacidad o habilidad fuera de lo común o a un talento difícil de igualar. También puede tratarse de una condición moral muy elevada, aunque es más común encontrar dicho concepto en un contexto académico o con relación a alguna disciplina artística. Si se toma como sinónimo de perfección, resulta un término peligroso, ya que para alcanzarla es necesario que no existan errores o personas que nos impidan conseguir nuestro objetivo.
Perseguir la excelencia en algún campo del conocimiento representa una serie de sacrificios que la mayoría de las personas no está dispuesta a realizar. El patinaje artístico, por ejemplo, es una disciplina que exige iniciar los estudios a temprana edad, y que requiere de alrededor de treinta horas de entrenamiento a la semana, todo acompañado de una dieta adecuada y un descanso acorde a la cantidad de ejercicio. Si a esto se le suma que muy pocos logran convertirse en grandes patinadores, capaces de vivir de su vocación, y que en general deben someterse a infinidad de torneos y competencias internacionales donde una pequeña equivocación puede suponerles el fracaso, cuesta comprender cómo una pasión puede convertirse en una especie de tortura.
Por su talento, Wolfgang Amadeus Mozart evidenció excelencia en el campo de la música.
La entrega a una vocación
¿Qué puede haber de malo en dedicarse por completo al desarrollo de una vocación? Nada. Absolutamente, nada. Si no fuera por ese grado de determinación y entrega, no podríamos maravillarnos con la música de Vivaldi o los libros de Ana María Matute. Siempre que se trate de un acto voluntario, que parta de una necesidad auténtica y que permita disfrutar plenamente de nuestra existencia, cualquier sacrificio en pos de un crecimiento personal será retribuido con creces. El problema comienza cuando existen presiones, sea por parte de los padres o por la estructura de la propia sociedad, que ensombrecen la vida de una persona apasionada con premios y puntajes, con objetivos vacíos y comparaciones maliciosas.
Sin embargo, por más que disfrutar de la propia vocación y vivirla con libertad suene mucho más bonito y justo que soportar despiadados concursos para alcanzar la notoriedad pública y, en el mejor de los casos, la excelencia, la absurda complejidad de las estructuras creadas por el ser humano vuelve casi imposible luchar contra dichas reglas. Por otro lado, aunque a veces nos cueste recordarlo, todos somos libres de optar por un camino diferente, ajeno a los títulos y las calificaciones, para cultivar nuestros talentos de forma espontánea y placentera.
La excelencia como tratamiento de respeto
Excelencia, por otra parte, es el tratamiento de respeto y cortesía que se da a ciertos sujetos por su condición, empleo o dignidad. En España, esta fórmula se emplea por los nobles que ostentan la Grandeza de España (una jerarquía nobiliaria): “Su Excelencia ingresará a la sala en breves instantes”, “Este comedor fue construido gracias a una donación de Su Excelencia el Marqués de Sandoval”.
Cabe resaltar que este tratamiento también puede utilizarse para nombrar a jueces, diplomáticos y otras autoridades: “Si Su Excelencia me lo permite, quisiera exponer las razones que me llevaron a tomar esta decisión”.
“Su Excelencia”, por último, es un filme estrenado en 1967 que cuenta con el protagonismo del actor mexicano Cantinflas y la dirección de Miguel Delgado.