Definición de equifinalidad
Antes de entrar de lleno en el significado del término equifinalidad es necesario proceder a conocer su origen etimológico. En este caso, podemos determinar que deriva del latín, ya que es fruto de la suma de los siguientes componentes léxicos:
-El prefijo “equi-”, que puede traducirse como “igual”.
-El sustantivo “finis”, que es sinónimo de “fin” o “término”.
-La partícula “-alis”, que es equivalente a “relativo a”.
-El sufijo “-dad”, que significa “cualidad”.
El diccionario que elabora la Real Academia Española (RAE) no incluye el término equifinalidad en su diccionario. La noción, de todos modos, se utiliza con frecuencia en el contexto de la teoría general de sistemas.
La idea de equifinalidad, en este marco, refiere a la capacidad de un sistema abierto de arribar a un mismo estado final por distintas vías y partiendo de diferentes condiciones iniciales. Esto supone que el sistema está en condiciones de llegar a una meta determinada avanzando por diversos caminos.
La equifinalidad se asocia a la flexibilidad y a la adaptabilidad ya que el sistema está preparado para cumplir su objetivo más allá del punto de partida y del recorrido realizado.
Como corriente científica, la equifinalidad implica un abordaje desde múltiples disciplinas y perspectivas al objeto de estudio, sin dejar que el área donde se desarrolla el fenómeno limite el análisis. Lo que permite la equifinalidad, en definitiva, es el abordaje integral de una entidad.
En un sentido general, la equifinalidad refleja que el final de determinados procesos se encuentra vinculado a la naturaleza organizativa del sistema y no al inicio de estos procesos. Dicha naturaleza es la que posibilita obtener idénticos resultados a partir de comienzos diferentes.
Dentro del ámbito empresarial se hace mucha utilización del término equifinalidad que ahora nos ocupa. En concreto, se recurre a aquella cuando una empresa tiene un objetivo muy claro, pues en ese momento se establecerán los distintos caminos que existen para poder alcanzarlo.
Un ejemplo de eso podría ser que una compañía quiere aumentar sus beneficios o mejorar sus utilidades. En ese caso, entre los caminos que puede aquella adoptar para alcanzar esa meta están desde reducir lo que son los costos de producción hasta incrementar lo que son las ventas pasando por mejorar lo que es el margen de ganancias en las ventas.
Eso sin pasar por alto que también puede optar por ofrecer a los clientes lo que son servicios o productos de mayor calidad.
De la misma manera, hay que tener en cuenta que la equifinalidad es un principio que adquiere un enorme peso dentro de lo que es el sector de la gestión de cobros. Y es que en este se usan distintos métodos para conseguir un fin: recuperar los activos.
Lo opuesto a la equifinalidad es la multifinalidad. Mientras que, como dijimos, la equifinalidad implica llegar al mismo final partiendo de distintas condiciones, la multifinalidad supone la obtención de distintos resultados partiendo de condiciones similares. En este segundo caso, no hay un equilibrio interno que lleva a la misma meta.