Definición de enorme
El adjetivo enorme, que procede del vocablo latino enormis, permite calificar a aquel o aquello que tiene un gran tamaño. Lo enorme, por lo tanto, resulta más grande de lo habitual. Por ejemplo: “Mi vecino tiene un perro enorme que siempre asusta a los niños”, “La habitación del hotel es enorme y muy confortable”, “El presidente tiene un enorme problema económico que resolver”.
La calificación de enorme puede referirse a las dimensiones físicas, pero también a un aspecto simbólico. Si una mujer afirma que su sobrino está enorme, estará haciendo mención al crecimiento de la altura del niño. En este caso, el adjetivo se vincula a una característica corporal (material). Lo mismo ocurre cuando alguien alude a una “casa enorme”, un “plato enorme” o un “caballo enorme”.
En cambio, si un empresario está preocupado porque tiene “enormes dificultades” para pagar los sueldos de sus empleados, el adjetivo manifiesta algo abstracto, en el sentido de que no tiene un correlato físico. Estas dificultades son enormes debido a su complejidad: plantean un problema que no puede resolverse de forma sencilla.
En algunos casos, la noción de enorme puede coincidir en lo físico y en lo simbólico. Un periodista puede afirmar que el basquetbolista (baloncestista) estadounidense Shaquille O’Neal era un “jugador enorme” ya sea porque mide 2,16 metros y tiene una gran envergadura corporal, o porque su capacidad y su talento para este deporte lo convirtieron en uno de los pivotes o centros más dominantes de la NBA de las últimas décadas, ganador de cuatro anillos de campeón.
Una de las características más llamativas de este adjetivo es que dependiendo del caso puede denotar un aspecto positivo o negativo, aunque en su significado más puro no tiene ninguna relación con la calidad del sustantivo al que modifica. Si decimos que una roca es enorme no estamos ofreciendo ningún dato cualitativo acerca de la misma: es muy grande, pero su tamaño no tiene por qué afectarnos, a menos que lo demos a entender a través del contexto.
Por otro lado, cuando afirmamos tener un «problema enorme» sí hacemos referencia a una dificultad muy ardua, a una situación negativa de la cual nos cuesta mucho salir con la cabeza en alto, por lo cual aprovechamos la idea de volumen o tamaño para hacer énfasis en el aspecto negativo del sustantivo problema. En este caso podemos pensar que el uso de la palabra enorme nace de comparaciones con obstáculos materiales que resultan peores cuanto más grandes, como ser un pozo o un muro que nos impiden seguir avanzando.
De modo similar, tenemos los casos en los cuales este adjetivo potencia los aspectos positivos del sustantivo, aunque a simple vista no parezca tener un sentido. Por ejemplo, cuando decimos «me has dado una alegría enorme» le damos un peso mayor al sustantivo alegría: si solamente dijéramos «me has dado una alegría» estaríamos hablando de una sensación mucho menos intensa. Sobra decir que es imposible generalizar el sentido que tienen estas expresiones, ya que cada hablante puede imprimirles sus propios matices.
Una «alegría enorme» puede representar diferentes cosas, según la persona que la experimenta: que un ser querido se haya curado de una enfermedad muy grave, haber superado un examen en la facultad, conseguir un puesto de trabajo ansiado o que su equipo de fútbol favorito haya ganado un torneo son tan sólo algunos de los infinitos ejemplos.
En estos casos también podría hablarse simplemente de «alegría», ya que no todos se expresan con el mismo grado de exuberancia, sino que muchos prefieren un lenguaje menos ornamentado. Del otro lado tenemos los ejemplos de «problema enorme», que bien podría tratarse de una filtración en la cocina o una deuda que pone en riesgo la economía del emisor, o incluso de su dificultad para decidir qué hacer el viernes por la noche.