Definición de dorsal
El concepto de dorsal procede del vocablo latino dorsuālis. Se trata de aquello vinculado a la espalda o el dorso. Por ejemplo: “El niño nació con un defecto en la espina dorsal”, “Esta especie se caracteriza por el tamaño de su aleta dorsal”, “Hace varios días que tengo un fuerte dolor en la zona dorsal”.
En el ámbito de la anatomía, se califica como dorsal a la estructura que está detrás del plano frontal. La región dorsal, por lo tanto, es aquella que queda detrás si se realiza una división imaginaria del cuerpo por la mitad en sentido vertical, avanzando de manera perpendicular al suelo (en el caso de los bípedos), o que está más lejos de la superficie si el cuerpo se divide a la mitad en sentido horizontal con un corte imaginario paralelo al suelo (en el caso de los cuadrúpedos).
Ciertos animales marinos, por otra parte, presentan una aleta en su región dorsal que se denomina, justamente, aleta dorsal. Las orcas y los tiburones, entre otras especies, tienen aleta dorsal.
En algunos países, se llama dorsal a la camiseta con un número en la espalda que se utiliza en el ámbito del deporte: “El joven francés utilizará el dorsal número 10 del equipo madrileño”, “Poder lucir este dorsal es un sueño para mí”, “La federación local ya confirmó los dorsales que utilizarán los futbolistas en el próximo torneo internacional”.
La espina dorsal, también llamada columna vertebral, es la estructura que se extiende desde la pelvis hasta la cabeza, pasando por la espalda y el cuello. Protege a la médula espinal, brinda soporte al cráneo y posibilita que el ser humano pueda mantenerse erguido y desplazarse de manera bípeda.
Entre las lesiones más graves que puede sufrir un ser humano se encuentran las de la espina dorsal y el cerebro, cuyas consecuencias pueden ser terribles para el cuerpo y la mente. Las estadísticas indican que alrededor de once mil personas sufren una de estas lesiones por primera vez cada año; para junio del año 2006, por otra parte, se estimó que cerca de doscientas cincuenta y tres mil personas —casi todas, menores de 30 años— convivían con estos trastornos.
Como si los problemas físicos que ocasionan las lesiones en la espina dorsal y el cerebro no fueran suficientemente graves, el impacto a nivel emocional es también muy fuerte, ya que el sujeto pierde autonomía y siente que no puede continuar con sus actividades cotidianas. Esto nos lleva a las consecuencias en los ámbitos estudiantil y laboral: muchos pacientes dejan sus estudios ante las dificultades para concentrarse y desplazarse, y otros pierden sus trabajos porque sus empleadores no están dispuestos a mantenerlos si no rinden a un nivel «normal».
Un suceso traumático (como ser un accidente de coche, un resbalón o un tropiezo haciendo deporte, trabajando en la construcción o simplemente caminando por la calle) puede causar un daño en la espina dorsal que le genere mucha presión, o bien cortar las fibras de sus nervios y tractos. Dado que la espina dorsal es la encargada de comunicar el cerebro con el resto del cuerpo para llevar a cabo el control de los movimientos y las sensaciones, una lesión de este tipo puede cambiarnos la vida por completo.
Es importante señalar que no resulta fácil diagnosticar una lesión de este tipo, ya que comparte con otros trastornos algunos de sus síntomas, como ser los siguientes: pérdida de memoria, parálisis, problemas de orientación, visión borrosa, trastornos del habla, incontinencia de la vejiga o intestinal, deterioro de la función sexual, alteraciones del comportamiento. Además, no siempre es evidente la relación entre las lesiones y el accidente que las ocasionó.