Definición de desconcierto

La idea de desconcierto tiene varios usos. La primera acepción que recoge el diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere a la descomposición o el desarreglo de los componentes de una máquina o de un cuerpo.

El uso más habitual del concepto, de todos modos, se vincula a la confusión o el aturdimiento que experimenta una persona cuando no logra comprender algo o cuando no sabe cómo actuar.

Por ejemplo: “Hay desconcierto entre los investigadores ya que no logran encontrar ninguna pista firme para avanzar en la resolución del caso”, “Los dichos del presidente generaron desconcierto en el mercado financiero”, “El desconcierto del equipo local fue aprovechado por su rival”.

Supongamos que una mujer se encuentra con una amiga en la calle. Cuando se acerca a saludarla, se sorprende por la actitud indiferente y distante de la otra parte. Incluso su amiga le habla con cierta agresividad. Esto provoca desconcierto en la mujer ya que no consigue entender la reacción de su interlocutora.

Muchas veces el desconcierto se produce ante un hecho inesperado. Un hombre recibe un llamado telefónico desde el extranjero, donde le informan que su madre –quien se encontraba de vacaciones– sufrió un accidente, se encuentra hospitalizada y debe ser intervenida quirúrgicamente. El sujeto no sabe qué hacer: ¿Debería viajar de inmediato? ¿Tendría que comunicarse con la embajada para solicitar ayuda? ¿O llamar directamente al hospital? El desconcierto le impide resolver con rapidez.

Precisamente, una de las preguntas básicas que nos formulamos a nosotros mismos ante una situación como esta es «¿Y ahora qué hago?». Se trata de una suerte de oración que elevamos al universo mismo o a la entidad divina en la que creamos, pidiéndoles que nos iluminen con la respuesta para saber cómo actuar, en qué dirección movernos, porque no estamos preparados para hacer frente a tal suceso desconcertante y sentimos que no podremos superarlo.

Cabe destacar que hay gente que se capacita especialmente para actuar en situaciones de desconcierto. Ante un atentado terrorista, por citar un caso, los policías, los enfermeros y los médicos disponen de un protocolo de acción para brindar asistencia urgente.

Todos los seres humanos somos susceptibles al desconcierto, porque nadie tiene asegurada la estabilidad a lo largo de su vida. Por el contrario, la combinación del libre albedrío con eso que llamamos azar consigue dar resultados inesperados más de una vez, y cuando nuestras certezas se transforman en dudas llegamos a sentir el desconcierto.

Otra forma de entender este concepto es como un estado de desesperación, que en cada caso se puede dar con un grado diferente de intensidad, que surge de uno de esperanza: en cuestión de segundos podemos hacer esta transición si nos encontramos con una situación que se opone a lo que esperábamos, o bien si recibimos una mala noticia que nos ubique en una posición de gran vulnerabilidad e impotencia.

Además de las dos acepciones mencionadas anteriormente, el diccionario de la RAE también propone otras tres para el término desconcierto, que hablan de «un estado de perplejidad y desorientación», «una falta de economía y gobierno» y «la ausencia de medida y modo en las palabras o las acciones». Todo esto hace juego con los ejemplos y las explicaciones expuestas hasta el momento, que describen el desconcierto como un estado en el cual no sabemos hacia dónde ir, qué hacer, porque las estructuras parecen desmoronarse frente a nosotros.

Claro que la actitud más adecuada ante un estado de desconcierto es la introspección, la búsqueda de las razones que nos han hecho sentirnos de este modo. Muchas veces creemos que la vida nos está poniendo a prueba de forma arbitraria, pero en realidad somos nosotros quienes han provocado el problema, y sólo a través de la reflexión y la búsqueda interior podemos aprender de nuestros errores para no volver a cometerlos.

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