Definición de descolonización

La descolonización implica el final de un dominio colonial que se ejercía sobre un territorio. Esto supone que la región en cuestión deja de ser una colonia (una zona dominada por una potencia extranjera).

A nivel político, una colonia es una tierra que es gobernada y administrada por un país lejano. Los habitantes de la colonia, en este marco, dependen de las decisiones tomadas por las autoridades de la nación colonizadora. Los territorios del continente americano, por ejemplo, durante varios siglos fueron colonias de países europeos como España, Portugal y Francia.

Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, surgió el concepto de descolonización. La noción alude a la intención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de favorecer la independencia nacional de las naciones bajo dominación colonial. De hecho, desde 1961 la ONU cuenta con un Comité Especial de Descolonización para fomentar este tipo de procesos a través de la negociación política y del diálogo, evitando los enfrentamientos bélicos.

En las últimas décadas varios territorios lograron la descolonización. Namibia, por citar un caso, consiguió independizarse de Sudáfrica en 1990. Tres años después, Eritrea hizo lo propio al completar su descolonización y obtener la independencia de Etiopía.

Existen regiones, sin embargo, en las cuales la descolonización aún no se concretó. Las Islas Malvinas, en el sur argentino, son administradas por el Reino Unido pese a que Argentina reclama su soberanía. Los propios malvinenses, por su parte, han expresado su intención de conservar el estatus colonial vigente y de seguir dependiendo del gobierno británico.

Debemos entender la descolonización como un proceso político que persigue la liberación de una colonia y que por lo general tiene como elemento fundamental la violencia, ya que no podemos esperar que el país que en un primer momento decidió colonizar el territorio extranjero tenga la amabilidad de dejarlo en libertad simplemente por haber reflexionado acerca de su abuso de poder.

La violencia está tan presente en los procesos de descolonización que en algunos casos se da lo que se conoce como guerra de independencia, la cual suele tener lugar luego de una revolución. Esto nunca debería existir: nadie debería someter a otro a su voluntad, y por lo tanto nadie debería comenzar una guerra para recuperar su libertad.

Claro que también puede ocurrir que la descolonización se dé por un camino menos directo y, aunque no sea del todo cierto, menos violento. Cuando las naciones involucradas intentan llevar a cabo una serie de negociaciones para desvincularse y éstas no tienen éxito, suelen tener lugar manifestaciones por parte de la colonia que reciban como respuesta la represión por parte de las fuerzas de seguridad de los colonizadores; algunas veces, esto abre las puertas a revueltas de un grado de violencia mayor que finalmente permiten concretar las negociaciones y otorgar la independencia a la colonia.

Si buscamos un ejemplo de no-violencia, entonces podemos remitirnos al caso de India, aunque esto no es muy común. La falta de actividad para recuperar la independencia no siempre es bien vista: hay grandes pensadores que aprueban la violencia siempre que se use en casos extremos, para proteger lo propio de la injusticia. Aunque a simple vista la paz parezca el camino ideal, puede ser interpretada como una falta de compromiso si deriva en el sufrimiento y el sometimiento de tanta gente.

A lo largo de la historia, algunos de los casos de descolonización más destacados fueron los siguientes: en 1776, luego de una revuelta armada, las trece colonias originales de Norte América declararon su independencia; en 1804, Haití se declaró independiente del dominio de Francia; en 1808, Brasil consiguió liberarse de Portugal; en 1816, el Virreinato del Río de la Plata, en Argentina, se declaró independiente de España; en 1818, Chile también consigue la independencia de España.

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