Definición de dádiva

El recorrido etimológico de dádiva se inicia en el latín debĭta, que se traduce como “deudas”. De ese vocablo surgió dativum (“donativo”), que derivó en dativa. Una dádiva, de acuerdo a lo señalado por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario, es algo que se entrega de manera gratuita.

Por ejemplo: “El anciano multimillonario era querido por los vecinos gracias a sus constantes dádivas”, “El artista realizó varias dádivas durante su estancia en el país”, “La gente no quiere dádivas para subsistir: necesita trabajo genuino”.

Si bien no es su acepción principal, el término dádiva también se asocia a un regalo, a algo que una persona entrega a otra para felicitarla por un logro o acontecimiento importante en su vida. Como regalo de bodas, por ejemplo, algunas personas acostumbran entregar a los recién casados un sobre con dinero para que ellos decidan tranquilamente en qué invertirlo, y a este tipo de obsequio se lo suele denominar dádiva.

La idea de dádiva, de todos modos, suele aparecer vinculada a un delito: el cohecho, que consiste en entregar un soborno o una coima para corromper a alguien. La acción de sobornar supone el otorgamiento de dádivas a un funcionario o a una autoridad para que realice o deje de realizar alguna acción, actuando de este modo de manera ilegal.

Tomemos el caso de un inspector que debe recorrer los restaurantes de una ciudad para analizar su situación bromatológica. Si este funcionario encuentra algo que pone en riesgo la salud de los comensales, tiene que clausurar el establecimiento. Un día, al llegar a un cierto restaurante, observa que hay cucarachas caminando sobre los alimentos y hasta encuentra una rata en el medio de la cocina. El dueño del local, para evitar la clausura, decide tratar de sobornar al inspector con una dádiva: un sobre con 5000 pesos en su interior. El funcionario acepta el soborno y se retira del restaurante sin realizar ninguna acción. Como se puede advertir, al aceptar la dádiva este hombre incurrió en una falta ya que no cumplió con sus obligaciones.

Es importante resaltar que por lo general el funcionario público o la autoridad exige una dádiva para pasar por alto una de sus obligaciones. Este matiz vuelve este delito más grave que un intercambio totalmente al margen de la actividad profesional, ya que el cohecho suele acarrear el perjuicio de muchas personas inocentes, sea de forma directa o indirecta; en el ejemplo anterior, aquellos propietarios que mantienen en regla sus comercios o bien que pagan las multas que les imponen, reciben un trato más duro que los que entregan una dádiva a los inspectores.

Cuando el funcionario público pide o acepta la dádiva a cambio de una determinada acción que puede llevar a cabo por su función, el cohecho se denomina simple; en cambio, si la remuneración se usa para dejar de cumplir con una de sus obligaciones o bien para impedir que otro funcionario haga su trabajo de manera correcta, hablamos de cohecho calificado. Este último acto no siempre constituye un delito.

El cohecho también puede tener lugar entre particulares, fuera del ámbito gubernamental, donde también se usa la palabra soborno, mencionada más arriba. En este caso, por ejemplo, el empleado de una compañía privada puede aceptar una dádiva proveniente de un tercero a cambio de convencer a su empleador de que tome una decisión que lo favorezca, como ser la firma de un contrato de venta.

Ya en la Antigua Roma existían ejemplos de delitos similares, como ser la entrega de dádivas y otros obsequios con el objetivo de comprar los votos de los ciudadanos, algo que intentaron prohibir por medio de la ley denominada Cornelia Fulvia.

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