Definición de culpa

La culpa es una imputación que se realiza a alguien por una conducta que generó una cierta reacción. También se conoce como culpa al hecho que es causante de otra cosa. Por ejemplo: “La familia del actor asegura que la estrella se suicidó por culpa del acoso periodístico”, “Mi abuelo tuvo que abandonar el país por culpa de la persecución política”, “La televisión no sirve más por culpa de la tormenta eléctrica que quemó los circuitos”.

En el ámbito del derecho, la culpa hace referencia a la omisión de diligencia exigible a un sujeto. Esto implica que el hecho dañoso que se le imputa motiva su responsabilidad civil o penal. La culpa, por lo tanto, consiste en la omisión de la conducta debida para prever y evitar un daño, ya sea por negligencia, imprudencia o impericia.

Un delito culposo está dado por el acto o la omisión que genera un resultado que es descrito sancionado por la ley penal. El culpable debería haber previsto dicho resultado; en cambio, no actuó con el cuidado que debía.

La culpa implica un accionar imprudente y descuidado. El dolo, en cambio, está dado por el conocimiento y la voluntad de realizar una conducta punible que constituye un delito. Un hombre que dispara contra otro tiene intención de herirlo (existe dolo); en cambio, si una persona está limpiando un arma y se dispara por error, es culpable aunque no exista el dolo.

Para la psicología, por último, la culpa es una acción u omisión que genera un sentimiento de responsabilidad por un daño causado: “Siento que, por mi culpa, mi hija sufrió demasiado”.

La culpa como medida de control

En muchas ideologías se utiliza la culpa como una medida de control. A través de mecanismos emocionales, se consigue que los sujetos que se desea dominar asuman una culpa que ha sido dictaminada por el poder hegemónico; esto los vuelve vulnerables y capaces de enfrentarse a lo que haga falta con tal de no obrar de forma incorrecta.

El sentimiento de culpa es uno de los mayores problemas que invaden nuestra vida. Desde pequeños nos aturden con él, demostrándonos que no somos libres y que todo lo que hagamos repercute en la vida de los otros, aun si lo que hacemos es auténticamente nuestro. Nos enseñan a entender la vida en base a obligaciones y responsabilidades. No nos educan para ser libres sino para depender de los otros de una forma enfermiza. Todo esto alimenta un circulo vicioso de infelicidad donde la felicidad individual parece no ser importante.

Si bien en la vida en sociedad es necesario que todos pongamos nuestro granito de arena para poder llevar una existencia ordenada, a veces confundimos armonía con sumisión. Si hay algo que nos daña como individuos debemos trabajar por eliminarlo de nuestra vida, aun si resolver aquello exige que rompamos una relación con otra persona. Dañar a los demás es algo inevitable porque cada uno percibe el mundo a su manera, pero cuando el daño no ha sido el objetivo de nuestro accionar, sino la búsqueda de nuestra propia libertad ¿cuál puede ser realmente el problema?

En la educación religiosa el sentimiento de culpa es un arma de manipulación que consigue que muchos individuos, después de haberse salido de la Iglesia hace mucho tiempo, continúen sufriendo esa angustia y ese ahogo causado por la culpa.

En la moral la culpa ocupa un lugar fundamental para «obligar» a los fieles a obrar de la forma en la que la Iglesia considera que todos deberíamos actuar; de no hacerlo, el individuo se verá condenado a una vida de tortura psicológica que podría llevarlo a desarrollar una tristeza profunda y la imposibilidad de luchar por sus propios deseos.