Definición de contrarreforma
La idea de contrarreforma se usa para denominar a una acción que resulta opuesta a una reforma que se llevó a cabo con anterioridad. Las reformas, por su parte, son cambios que se realizan con la intención de mejorar o de actualizar algo.
Veamos algunas oraciones de ejemplo: “El nuevo gobierno se propone desarrollar una contrarreforma del sistema educativo luego de las modificaciones establecidas por la administración precedente”, “La oposición presentó un proyecto de contrarreforma de la ley de jubilación”, “De acuerdo con diversas encuestas, la contrarreforma del mercado de la medicina prepaga es rechazada por gran parte de la población”.
Una contrarreforma, por lo tanto, se desarrolla con el objetivo de revertir una serie de modificaciones que hayan sido llevadas a cabo con anterioridad. El presidente de un país, por citar un caso, puede realizar una reforma impositiva, impulsando cambios que benefician a ciertos sectores y, de manera simultánea, afectan los intereses de otros. Cuando dicho mandatario deja el poder y lo sucede un dirigente de otro partido político, el nuevo presidente decide implementar una contrarreforma, cambiando nuevamente las leyes impositivas para volver a alterar el esquema de beneficiados/perjudicados.
Si el concepto de contrarreforma aparece escrito con mayúscula inicial (Contrarreforma), alude al movimiento que enfrentó a la Reforma. Cabe recordar que la Reforma fue la iniciativa que comenzó en el siglo XVI, siendo impulsada por Martín Lutero en Alemania, y que derivó en la creación de las Iglesias protestantes.
La Contrarreforma, por lo tanto, fue la respuesta que desarrolló la Iglesia católica para minimizar el impacto del protestantismo. A través de este movimiento se produjo una reestructuración eclesiástica y se introdujeron cambios en la liturgia de esta religión.
La Iglesia se había visto debilitada por la Reforma de Martín Lutero, y por esta razón decidió llevar a cabo su Contrarreforma. Todo comenzó en el año 1545 con el Concilio Ecuménico de Trento y se extendió hasta que finalizó la guerra de los Treinta Años, en el año 1648; cualquier acto desarrollado para hacer frente al protestantismo desde entonces entra en la categoría de antiprotestantismo.
La Contrarreforma tenía la finalidad de dar a la imagen de la Iglesia una «bocanada de aire fresco», y para esto debía reducir por todos los medios la influencia de las doctrinas protestantes. Es posible advertir cinco aspectos fundamentales en los que la Iglesia se centró para llevar adelante su plan:
* la doctrina. ¿Qué mejor manera de luchar contra una corriente de pensamiento que con una opuesta? De hecho, es precisamente lo que habían hecho los protestantes en primer lugar;
* fundaron varios seminarios, casas en las que brindaban formación a personas de todas las edades, como parte de un plan de reestructuración de la Iglesia católica;
* modificaron las órdenes religiosas para que volviesen a sus formas tradicionales;
* comenzaron a vigilar los movimientos espirituales, intentando que se centrasen en la piedad como base de la vida y en una relación cercana con Cristo a través de la mediación de un sacerdote;
* crearon y gestionaron la Inquisición romana, un organismo que tenía el objetivo de perseguir las conductas propias del protestantismo.
Según el punto de vista, la Contrarreforma no fue sustancialmente diferente de los objetivos que había perseguido la Reforma protestante, al menos si nos centramos en que ambos tenían el propósito de renovar la Iglesia. Claro que si miramos los aspectos meramente teológicos, es innegable que se trata de movimientos opuestos.
La Contrarreforma dividió, por así decirlo, la fe católica en dos caminos bien definidos: la idea que impulsó Pablo IV de que Dios se relacionaba con nosotros por medio del castigo y que debíamos temerle; la que esparcieron personas como Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola y Juan de la Cruz, entre otras, que vivieron su experiencia religiosa basadas en la piedad.