Definición de chantaje
Del francés chantage, un chantaje es una extorsión. Este término, que procede del vocablo latino extorsio, refiere a una amenaza de difamación o daño que se hace contra alguien con el objetivo de obtener algún provecho de él.
Por ejemplo: “Un empresario denunció que, durante años, sufrió el chantaje de un comisario”, “Fui víctima del chantaje de un hombre que amenazaba con hacer circular un rumor sobre mi supuesto alcoholismo”, “El chantaje consistía en tomar fotografías de las mujeres con sus amantes para exigir una suma de dinero a cambio de no publicarlas en las redes sociales”.
El chantaje, por lo tanto, es una presión sobre una persona para forzarla a actuar de una cierta manera. El chantajeado, para evitar que el daño que insinúa el chantajista se concrete, termina aceptando lo que éste pide. Por lo general, el chantaje consiste en exigir dinero a cambio de no concretar el daño.
Supongamos que una persona observa cómo un compañero de trabajo roba insumos de una oficina. En lugar de denunciarlo o de cubrirlo, decide exigirle dinero para mantener su silencio. El ladrón, de esta forma, es chantajeado por el testigo.
Otro ejemplo de chantaje puede producirse en un caso de infidelidad. Una mujer mantiene relaciones con un hombre casado y filma dichos encuentros. Con varios registros en su haber, la mujer chantajea al hombre y le pide dinero a cambio de no mostrarle los vídeos a su esposa. El hombre, por lo tanto, debe debatirse entre ceder al chantaje para mantener su secreto o arriesgarse a que la chantajista cumpla con su amenaza y le ocasione problemas con su familia.
Se conoce con el nombre de chantaje emocional a una serie de tácticas que se emplean con el propósito de manipular a otra persona a través de los sentimientos, y tiene lugar en diversos tipos de relaciones interpersonales, especialmente entre padres e hijos y en parejas. Cabe mencionar que en el primer caso puede darse en las dos direcciones (de padres a hijos y viceversa), aunque los menores suelen llevarse la peor parte.
Con respecto al chantaje emocional entre padres e hijos, por un lado se encuentran las situaciones en las cuales los niños aprenden a distorsionar la realidad para conmover a sus padres y manipularlos a su gusto; a simple vista, una relación de estas características puede poner a los hijos como los victimarios, pero un análisis relativamente profundo de cada historia puede demostrar exactamente lo contrario.
Los padres que sobreprotegen a sus hijos suelen hacerlo impulsados por el miedo a no hacerlos felices; sin embargo, muy a menudo consiguen resultados opuestos a sus expectativas, ya que la falta de límites no refleja en absoluto las reglas de la sociedad con las que, tarde o temprano, deberán tratar los niños. Pero antes de que llegue ese momento de revelación, en el cual se desmoronará la falsa estructura de seguridad, los hijos malcriados pueden ser auténticos monstruos insaciables, expertos en el chantaje emocional para controlar todo lo que sucede a su alrededor.
Por otro lado, existen historias de padres que, por diversas razones, no quieren permitir a sus hijos que se desprendan de ellos y encuentren su propio camino, y lo consiguen a través de amenazas indirectas, generalmente relacionadas con problemas de salud sobredimensionados o autoprovocados. Muchos padres hacen lo posible por convencer a sus hijos de que rechacen sus otras relaciones, para quedarse a cuidarlos en su padecimiento; alimentan lentamente la culpa ante la mera idea de abandonar el nido.
Las relaciones de pareja también son un foco ideal para la proliferación del chantaje emocional, ya que se trata de una táctica de manipulación muy compatible con los celos; entre los casos más comunes se encuentra el reproche de una de las partes hacia la otra por pasar demasiado tiempo con los amigos.