Definición de calaña
La primera acepción del término calaña mencionada por la Real Academia Española (RAE) en su diccionario hace referencia a una apariencia, un patrón o un modelo. El concepto suele utilizarse para aludir a la naturaleza o la condición de algo o de alguien.
Por ejemplo: “No puedo entender cómo le abriste la puerta de tu casa a un sujeto de tan baja calaña”, “Un criminal de su calaña no debería estar en libertad”, “Hemos sido víctimas de un acto de la peor calaña”.
Por lo general la idea de calaña se emplea de modo despectivo. Si alguien hace mención a un sujeto “de esa calaña”, por citar una posibilidad, estará apuntando a una condición negativa de la persona en cuestión. El propio uso de la noción de calaña genera esa impresión en el interlocutor.
Un cronista que informa sobre temas policiales, por su parte, puede hablar de un asesino de la “peor calaña”. En este caso el periodista intenta transmitir que el individuo no solo es un asesino, algo que ya es condenable, sino que además está entre los más despreciables de su clase. Esto puede deberse a su crueldad, al tipo de personas que escoge como victimas o a otro factor.
Como se menciona en un párrafo anterior, la idea de calaña no siempre es negativa, aunque en el habla cotidiana la gente suela usarla con esta intención. Algo similar ocurre con conceptos como la fortuna y la suerte, que según la tendencia de cada hablante pueden inclinarse hacia el polo positivo o el negativo, aunque existen la buena y la mala suerte, la buena y la mala fortuna.
El origen de la palabra calaña se encuentra en el latín, donde hacía referencia a la «calidad«, otro sustantivo que no posee un valor de forma inherente: por sí solo no nos aporta información que nos sirva para realizar una medición, sino que para ello necesitamos de un adjetivo como «buena» o «mala». Dicho de otra forma, si alguien nos dice «eres una persona de muy buena calaña» deberíamos sentirnos halagados y para nada preocupados por la presencia de este término. Claro que esto no sucederá en esta era, en el contexto de una conversación informal.
La expresión “baja calaña”, por su parte, hace hincapié en aquel o aquello que, simbólicamente, no tiene estatura o nivel. Si se indica que un delincuente es de “baja calaña”, se alude a que se trata de un ladrón de poca monta.
Calañas, por otro lado, es un municipio de la provincia española de Huelva, en la Comunidad Autónoma de Andalucía, que cuenta con poco más de 4.000 habitantes.
Quizás la acepción más interesante y menos común de este término se encuentre en la expresión abanico de Calañas, que suele completarse con se le cae el papel y quedan las cañas, haciendo alusión a su mala calidad. Otra expresión común en ciertas partes de España es abanico calañés, cuesta dos cuartos o tres. Si bien podemos encontrar alguna que otra mención a este uso de la palabra calaña en los diccionarios, la historia detrás del mismo nos remonta a un par de siglos atrás.
En la actualidad son escasos los datos de los –una vez– famosos abanicos de Calañas, ya que según algunas personas de avanzada edad existía en el siglo XIX una fábrica de abanicos en el municipio homónimo, y se diferenciaban de las alternativas del mercado por ser los más sencillos de todos: sus varillas eran cañas recortadas de forma rectangular, todas de igual extensión y grosor, no tenían decoraciones ni motivos pintados y se usaba papel como material de su país (tira que cubre el varillaje, la cual suele ser de tela o piel).