Definición de calamidad
La palabra calamidad procede de la lengua latina: calamĭtas. El concepto se emplea para hacer referencia a un desastre o una catástrofe que afecta a una gran cantidad de individuos.
Por ejemplo: “El terremoto del año pasado fue una calamidad: hubo centenares de fallecidos y muchas familias perdieron sus casas”, “Si la empresa cierra sus puertas será una calamidad para todo el pueblo”, “¡No tenemos electricidad desde hace cinco días! ¡Es una calamidad!”.
La idea de calamidad suele vincularse a un suceso trágico o muy negativo. Supongamos que un tsunami arrasa con una isla, dejando muchos heridos y muertos y destruyendo la infraestructura local. Puede decirse que este fenómeno natural es una calamidad, o que provocó una calamidad en la población insular.
En ocasiones se emplea el término calamidad para mencionar una situación que provoca un cierto dolor, angustia o incomodidad, sin llegar a constituirse como una tragedia. Si el Club Atlético San Vicente pierde 8 a 0 con el Deportivo La Carolina, los futbolistas y los simpatizantes del equipo perdedor pueden considerar que el resultado es una calamidad. Este malestar, de todos modos, no puede compararse con el sufrimiento que atraviesan las víctimas de una verdadera tragedia.
Es importante señalar que el infortunio, la adversidad y la desgracia que este concepto representa pueden afectar tanto a un grupo de seres vivos (que va desde unos pocos hasta comunidades enteras) como a uno solo en particular. Por ejemplo, podemos decir que «el tsunami representó una auténtica calamidad para el país entero», pero también que «este niño no ha visto más que maltrato y calamidades en su corta vida».
Calamidad, por último, puede referirse a un sujeto que es torpe, inepto o fastidioso: “¡Eres una calamidad! Otra vez te has olvidado de asistir a la reunión con los directivos”, “Este camarero es una calamidad, confundió todos los platos y los trajo fríos”, “Hoy estoy hecho una calamidad, mejor me voy a dormir la siesta”.
Continuando con la etimología del término calamidad, sabemos que deriva del latín calamitas, calamitatis, cuyo significado es «daño, golpe, azote». Precisamente, estas palabras con las que podemos definir la original guardan una estrecha relación con el sentido que en la actualidad le damos al concepto, en sentido figurado: una desgracia que arruina la vida de alguien puede ser entendida también como un golpe o un azote que le da la vida, algo terrible que le causa un daño muy profundo e irreparable.
La raíz del término latino es *kel-2, de origen indoeuropeo y tiene la connotación de «batir, cortar». Otras palabras latinas que la comparten son gladius, que puede traducirse como «espada», e incolumis, «intacto, sano y salvo, sin daño»; de la primera derivan gladiolo y gladiador, y de la segunda obtuvimos incólume.
Si nos remontamos a la época en la cual los pueblos itálicos (latinos, umbros, oscos) realmente usaban la palabra calamitas, la historia de su evolución y su significado se vuelve mucho más clara. Resulta que estas comunidades, en tiempos de cosecha, debían invertir mucho tiempo en la tarea denominada trilla, que consiste en separar el trigo cosechado de los calamus, es decir de la «paja» o la «caña«.
Por aquel entonces, dado que en el Mediterráneo son normales los vientos que soplan en dirección norte en las épocas de cosecha, a veces ocurría que el trigo se volviera a mezclar con los calamus, absolutamente inútiles para la cosecha. Tal situación constituía una auténtica calamidad, ya que los frutos de la trilla se desvanecían, y era necesario volver a realizar el trabajo. Si tomamos en cuenta que incluso en la actualidad una mala cosecha puede poner en riesgo la economía, sobra decir que las consecuencias en tiempos del Antiguo Imperio no eran precisamente leves.