Definición de cajero automático
Cajero es un concepto con varios usos. El término, que deriva del latín capsarius, puede emplearse para nombrar al individuo que maneja una caja (el lugar o la máquina donde se guardan valores, sobre todo dinero) en un establecimiento comercial. Algo automático, por otro lado, funciona en parte o totalmente por sí solo.
La idea de cajero automático, de este modo, refiere a una máquina capaz de desarrollar ciertas funciones propias de un trabajador bancario a cargo de una caja. Para usar estos dispositivos, suele ser necesario introducir una tarjeta magnética junto a una clave que garantiza la seguridad del cliente, aunque algunas de las operaciones no requieren el uso de la tarjeta.
Una vez que el usuario ya se ha identificado en el sistema del cajero automático con su tarjeta y clave, puede comenzar a operar con su cuenta bancaria. Para esto deberá dar instrucciones a la máquina mediante un teclado o presionando las opciones indicadas en la pantalla del ordenador. De este modo, el cliente tiene la posibilidad de solicitar al cajero automático que le entregue dinero en efectivo o que le muestre los últimos movimientos que ha llevado a cabo en la cuenta, por ejemplo.
Los cajeros automáticos, que también suelen denominarse ATM por la sigla que corresponde a la expresión de la lengua inglesa “Automated Teller Machine”, permiten en definitiva realizar ciertas operaciones bancarias sin la intervención del personal de la entidad. Por lo general, ya que cuentan con una impresora, es posible obtener un documento impreso que deje constancia de la operación realizada.
Entre las numerosas operaciones que podemos realizar con ayuda de un cajero automático se encuentran las siguientes:
* actualizar nuestra libreta de ahorros, algo que no se utiliza en todos los países;
* extraer dinero en efectivo de nuestra cuenta bancaria o de débito, una de las operaciones más comunes;
* administrar las contraseñas de la cuenta, ya sea que deseemos recordarlas o cambiarlas;
* comprar y recoger entradas para diferentes eventos, según las promociones que el banco ponga a disposición de sus clientes;
* recargar los bonos de transporte, las tarjetas telefónicas y las tarjetas monedero (un sistema de micropagos usado para compras de montos bajos que exigen seguridad y velocidad);
* ingresar dinero en la cuenta, colocándolo previamente en un sobre que el cajero mismo entrega al cliente con las indicaciones pertinentes;
* hacer transferencias, tanto nacionales como internacionales;
* pagar los servicios públicos.
Entre las ventajas que ofrecen los cajeros automáticos se encuentran la posibilidad de realizar operaciones más allá del horario bancario (e incluso durante los fines de semana) y el ahorro que supone para los bancos no tener que contratar personal para brindar estos servicios. Una de sus desventajas, por otro lado, es el grado de seguridad: mientras que dentro de las instalaciones de un banco los clientes cuentan con personal entrenado para defenderlos de potenciales ataques, los cajeros automáticos suelen encontrarse en la vía pública, por lo cual no ofrecen ningún tipo de protección.
Los cajeros automáticos son un elemento necesario en la vida cotidiana, aunque cada vez menos en las ciudades más avanzadas. Si bien nos ofrecen la posibilidad de contar con dinero en efectivo a cualquier hora, en muchos puntos geográficos diferentes, lo cierto es que la marcada tendencia al uso de transacciones digitales y el volumen de adopción que las tarjetas de crédito y débito han tenido en los últimos años hacen que ya no queden muchas tiendas en las cuales debamos pagar en efectivo. De hecho, los autobuses de ciertos países operan con la tecnología NFC, la cual detecta dispositivos a corta distancia y permite realizar pagos incluso con un teléfono móvil.