Definición de bautismo
El primero de los sacramentos del cristianismo recibe el nombre de bautismo. A través de él, se concede el carácter cristiano a una persona. Por ejemplo: “Ricardo me invitó al bautismo de su hijo”, “El día de tu bautismo llovía muchísimo y llegamos empapados a la iglesia”, “En mi opinión, el bautismo debería ser una elección de cada uno y no una imposición de la familia”.
El verbo bautizar deriva de un vocablo griego que tiene el significado de sumergir y aunque hace referencia directamente al primer ritual iniciático del cristianismo también se utiliza para referirse a cualquier rito de iniciación independientemente de la religión en la que se realice. Puede utilizarse para referirse a cualquier ritual que consista en un acto de purificación que limpie a un individuo de sus malos actos y lo prepare para una nueva vida.
La noción de bautismo se utiliza, por otra parte, en contextos diferentes al religioso. En dichos casos, se entiende por bautismo a una iniciación o un debut. Si un jugador de fútbol anota el primer gol de su carrera, puede hablarse de su “bautismo en la red”. Algo similar puede expresarse sobre un escritor que tiene su “bautismo literario” con la edición de su primer libro.
La frase “bautismo de fuego” sirve para referirse a aquellos individuos que entran por primera vez en combate; también se le llama así a la primera actuación de una persona en una determinada actividad: “El flamante ministro de Economía tuvo su bautismo de fuego al reunirse con los acreedores de los bonos estatales”.
El bautismo cristiano a lo largo de los siglos
En el caso del cristianismo, el bautismo se encuentra relatado en los Evangelios, donde se explican las razones por las cuales los seguidores de Cristo deben bautizarse.
Hasta el siglo IV d.C este ritual se realizaba mediante la inmersión. De hecho, hasta entonces solían realizarse en las orillas de un río o en pilas bautismales amplias, donde el individuo se introducía y era sumergido para su purificación.
Hasta ese momento, el ritual se realizaba en personas adultas que ya eran responsables, que conocían las leyes de la religión y aceptaban de forma consiente el aferrarse a esta fe: en un acto voluntario que les permitía ingresar en la comunidad de creyentes. Posteriormente este ritual se convirtió en un gesto casi automático que perdió la verdadera relevancia de sus orígenes. No obstante es importante señalar que una persona es ungida con agua para simbolizar que de este modo se purifica e inicia su vida religiosa, y por eso este gesto debería asumirse en pleno dominio de las facultades.
La forma en la que se lleva a cabo este ritual en la actualidad puede variar en cada iglesia, aunque los elementos principales de esta ceremonia son las mismas. El sacerdote cristiano se acerca al individuo que está por ser bautizado y rocía con agua su frente, mientras invoca a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) a través de una oración. Con este ritual, quien recibe el bautismo se hace partícipe de la muerte y resurrección de Cristo y se integra a la comunidad de la iglesia.
El bautismo también supone el perdón del pecado original (aquel cometido por Adán y Eva) y de cualquier otro pecado que hubiese en el individuo al que se bautiza.
Una de las cosas que muchas personas creyentes y no creyentes critican es que este ritual al día de hoy se realiza cuando la persona todavía no tiene capacidad de raciocinio desarrollada (generalmente durante el primer año de vida); son sus padres quienes deciden bautizarla sin que el individuo pueda optar por otro tipo de religión al no poder escoger qué tipo de espiritualidad desean desarrollar.