Definición de ballesta
La etimología de ballesta nos remite al vocablo latino ballista, que proviene del griego bállein. Se denomina ballesta a un arma que permite lanzar diferentes clases de proyectiles gracias a que cuenta con un arco y una cuerda. El concepto también se usa para nombrar a la máquina que, en la antigüedad, se utilizaba con el mismo fin.
Las ballestas disponen de una base recta, sobre la cual se instala un arco. Este arco tiene una cuerda que permite impulsar los proyectiles, que pueden ser flechas, piedras, etc. Mientras que tiempo atrás la ballesta era un arma importante en las guerras, actualmente se emplea de modo recreativo para cazar o para practicar tiro al blanco.
Los orígenes de la ballesta se remontan varios siglos antes de Cristo: en “El arte de la guerra” de Sun Tzu ya aparecen menciones a esta arma. En el mundo occidental comenzó a popularizarse en el siglo X.
Entre las ventajas que brinda la ballesta frente a otras armas, los expertos destacan que no hace falta tener demasiada precisión par acertar en el blanco. También se destaca que es posible disparar una ballesta montado a caballo, de pie o incluso acostado. Entre los puntos en contra, aparece la dificultad de recarga: una vez que se ha lanzado un proyectil, se necesita un cierto tiempo y esfuerzo para disparar nuevamente.
Ballesta, por otra parte, es la denominación coloquial de Helleborus foetidus, una planta que forma parte del grupo familiar de las ranunculáceas. Se trata de una especie tóxica que se usaba para envenenar flechas.
Consejos para aprender a usar una ballesta
Dado que la ballesta es un arma de gran potencia, no deberíamos subestimar la importancia de aprender a utilizarla y conocer las medidas de seguridad pertinentes para evitar situaciones de riesgo. Dado que, como se menciona más arriba, resulta bastante más fácil de dominar que el arco, por ejemplo, mucha gente subestima su potencial y por eso no dedica el tiempo suficiente al entrenamiento.
En primer lugar, se recomienda comenzar a usar la ballesta con la cuerda apuntando hacia arriba, hasta conseguir que se trabe en su lugar. Los modelos de mayor tamaño cuentan para esto con un estribo, ya que echar la cuerda hacia atrás demanda mucha fuerza. Cargar el gatillo de las ballestas que están adaptadas para ser usadas con una mano sola, como si fuera un revólver, es más sencillo.
Antes de disponerse a apuntar es necesario comprobar que el mecanismo de disparo se encuentre adecuadamente tenso. La colocación del proyectil es otro de los pasos decisivos, ya que de esto depende en parte la distancia que pueda recorrer.
A diferencia de lo que muchas películas y videojuegos puedan mostrarnos, usar un arma de fuego exige una combinación de disciplina y coordinación motriz: la preparación previa es tan importante como el momento del disparo, sino más. Retomando el alcance del proyectil, se sabe que en un buen disparo puede superar los 90 metros, aunque en la mayoría no pasa de los 18; para conseguir el resultado esperado es necesario estimar la distancia del blanco y luego apelar a la técnica más adecuada.
El gatillo debe presionarse con suavidad, ya que un movimiento brusco puede resultar en un tiro ligeramente desviado. El proyectil abandona el cuerpo del arma con una potencia considerable y a gran velocidad, por lo cual es necesario asegurarse de estar apuntando bien antes de dar el último paso.
Los tutores aconsejan a los estudiantes usar un proyectil de punta recta para la práctica de tiro al blanco. Las aguzadas, por otro lado, son menos seguras y deben reservarse para la caza; además, en el tiro al blanco pueden ocasionar problemas y pérdidas de tiempo dado que penetran el objetivo a demasiada profundidad.