Definición de balla

Muchas veces, en diferentes textos, encontramos escrita la palabra balla. Sin embargo, si acudimos a un diccionario, descubriremos que dicho término no existe. Se trata de un error ortográfico muy común derivado de confusiones con conceptos como baya, valla y vaya.

Si la intención es hacer referencia al fruto que dispone de pulpa con semillas, debemos emplear el vocablo baya (con B inicial e Y). El melón, el tomate, la uva, el pepino y la sandía son bayas. Por ejemplo: “Los investigadores están analizando distintas bayas para utilizarlas como edulcorantes”, “¡No comas esas bayas! Son venenosas”, “Voy a recoger algunas bayas para preparar dulce”.

Cuando deseamos nombrar un obstáculo, una cerca, una barrera o un cartel, tendremos que apelar al término valla (con V al comienzo y doble L). Las vallas permiten cerrar una superficie o impedir el paso. También puede tratarse de un soporte para disponer un cartel de publicidad: “Por favor, ubíquense detrás de las vallas o de lo contrario el concierto no podrá comenzar”, “El automóvil impactó contra las vallas publicitarias”, “El atleta estadounidense marcó un nuevo récord mundial en la prueba de 110 metros con vallas”.

Otra posibilidad es que deseemos usar una interjección, un adjetivo exclamativo o una conjugación del verbo ir. En este caso, la palabra a escribir es vaya (V al inicio e Y): “¡Vaya con este muchacho! Todos los días se mete en problemas”, “Estoy muy contento: ¡vaya show hemos disfrutado esta noche!”, “Ya me echarás de menos cuando me vaya de esta casa…”.

En las ediciones más antiguas del Diccionario de la Real Academia Española, podemos encontrar una definición para la palabra ballar, aunque en la actualidad ya no figure. Se trataba de un verbo cuyo significado era «cantar y bailar» y se conjugaba según el paradigma amar: yo ballo, tú ballas, él/ella balla, nosotros ballamos, vosotros balláis, ellos ballan.

También encontramos esta palabra en el apellido de Giacomo Balla, un escultor y pintor nacido en Turín, Italia, en el año 1871 y fallecido en Roma en 1958. La importancia de su trayectoria radica sobre todo en que fue uno de los artistas que fundaron el movimiento futurista, también llamado futurismo, junto con Filippo Tommaso Marinetti.

El movimiento futurista pertenece a las corrientes de vanguardia artística y su manifiesto se publicó en el año 1909 en París. Los artistas afirmaban que el mundo se encontraba ante una «belleza nueva, la de la velocidad», mencionando un coche de carreras para apoyar esta visión. También en este manifiesto Marinetti dice que el rugido de un automóvil goza de mayor belleza que la Victoria alada de Samotracia, una escultura perteneciente al período helenístico hecha a imagen de la diosa de la victoria, Niké.

Balla cursó sus estudios de dibujo en una escuela nocturna de su ciudad natal, y una vez los completó se mudó a Roma, donde comenzó a trabajar como retratista. Sus primeras experiencias laborales fueron muy exitosas, y esto le permitió seguir avanzando y perfeccionándose sin demasiados obstáculos.

En sus comienzos, sus obras pictóricas pertenecían al impresionismo, y poco a poco pudo advertirse un marcado interés por el cromatismo, a través del uso de puntos de color para disolver lo visible.

Balla se trasladó a París en el año 1900, y allí descubrió a los puntillistas parisinos, quienes lo influenciaron de forma innegable. De hecho, así como el francés Camille Pissarro, uno de los fundadores del movimiento impresionista, Giacomo Balla se apoyó bastante en la técnica puntillista, la cual usó para representar la velocidad y la dinámica, temas esenciales del futurismo.

Una de las características más destacadas de la obra de Balla es la ausencia de la violencia, en pos de un enfoque en la luz y el movimiento.

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