Definición de alcachofa
El término alcachofa es equivalente, según la región, a alcachofera, alcaucil o alcarcil. Se trata de una planta cuyas cabezuelas (flores que se hallan en un receptáculo) se utilizan como alimento.
Por lo general, la idea de alcachofa alude a la especie vegetal cuyo nombre científico es Cynara scolymus. Originaria de la zona del Mediterráneo, esta planta perenne puede alcanzar una altura de dos metros.
Las hojas de la Cynara scolymus son pinado lobuladas con una longitud que supera los 60 cm; sus lóbulos no tienen espinas y su envés es tomentoso (o sea que su superficie está cubierta de una capa de pelos). Con respecto a sus capítulos (inflorescencias racimosas o abiertas en las cuales se ensancha el pedúnculo y forma un disco de cierto grosor denominado receptáculo común), podemos decir que son de gran tamaño y poseen flores azuladas, lo cual los vuelve muy vistosos.
La alcachofa contiene cantidades elevadas de hidratos de carbono y de agua. También presenta varias vitaminas (como la vitamina B3, la vitamina B1, la vitamina B6, la riboflavina, la tiamina y la niacina) y minerales (calcio, fósforo, hierro, potasio, sodio, magnesio y otros).
Entre sus componentes que resultan beneficiosos para el organismo, se destacan los esteroles (que minimizan el colesterol que absorbe el intestino), la cinarina (un principio amargo actúa como diurético e incrementa la secreción biliar), la inulina (una clase de hidrato de carbono complejo), los mucílagos (un tipo de fibra soluble que también se halla en las semillas de la algarroba, el lino y la mostaza), los ácidos (cafeico, cafeoilquínico, ferúlico y dicafeilquínico) y los flavonoides (cinaropicrina y cinarósido, un glucósido que deriva de la luteolina).
Son diversos los beneficios de la alcachofa para el correcto funcionamiento del hígado, ya que su principio activo, la cinarina, lo protege y vuelve esta planta un adecuado complemento para los tratamientos contra enfermedades hepáticas tales como la insuficiencia, la hepatitis, la ictericia o el hígado graso.
La cinarina presente en la alcachofa también potencia la función biliar para que las grasas puedan ser digeridas correctamente y sirve para tratar problemas tales como la indigestión, los gases y la dispepsia que provocan las piedras en la vesícula.
El colesterol también puede ser regulado con la alcachofa, ya que se trata de un tónico hepático con propiedades ideales para reducirlo; no debemos olvidar que el hígado es el órgano que más influye en la metabolización de las grasas. Para conseguir la reducción del nivel de colesterol en la sangre, los principales actores son la cinarina y los ácidos de esta planta, que también pueden ayudar en la prevención de arteriosclerosis y el tratamiento de hipertensión.
Otro de las aplicaciones de la alcachofa se encuentra en las dietas para perder peso. Para ello se aconseja complementarla con otros alimentos bajos en grasas y ricos en fibra; justamente es la fibra de la alcachofa la encargada de que el organismo no reabsorba las grasas de la bilis, sino que las elimine a través de las heces.
Existen diversas preparaciones gastronómicas que se realizan con alcachofas. Lo habitual es que, como primer paso, las alcachofas se laven con abundante agua potable. Luego se extraen las hojas externas que, por su dureza, no sean aptas para el consumo, y además se raspa el tallo para quitarle las fibras más duras. Finalmente se introducen en agua hirviendo con sal y jugo de limón hasta que resulte fácil poder extraer las hojas.
Una vez que las alcachofas ya están cocidas, se pueden consumir de distintas maneras, tanto las hojas como el tallo y el corazón. Muchas personas eligen comer las alcachofas después de hervirlas añadiéndoles alguna salsa o un aliño. También es posible realizar tartas de alcachofas o preparar alcachofas rellenas, entre muchas otras preparaciones.