Definición de alabarda
Alabarda es un término con un recorrido etimológico extenso. Sus orígenes más lejanos se hallan en el vocablo germánico helmbart, que derivó en el alto alemán medio helmbarte: este concepto, a su vez, se forma con helm (traducible como “empuñadura”) y barte (que se traduce como “hacha”).
Características del alabarda
Helmbarte derivó en el francés hallebarde y en el italiano alabarda. Así llegamos a nuestra lengua, donde la idea refiere a un arma formada por un extenso mango con una punta y una cuchilla transversal que tiene apariencia de media luna por un lado y finalización aguda por el otro.
Aquí se aprecian sus formas características, como ser su cuchilla semicircular
El asta de la alabarda puede medir hasta dos metros. En el extremo, aparece la punta tipo lanza y la cuchilla con hoja de hacha en un sector y una especie de gancho en el otro. Los modelos de los siglos XVI y XVII, época en la que surgió el título de alabardero para nombrar a los sargentos que la usaban, tenía un asta menos extensa.
Como dato curioso, en el cristianismo encontramos también esta arma de asta en la iconografía referente al apóstol Judas Tadeo, como un atributo suyo. Esto significa que mediante la alabarda es posible identificar a este santo. Los atributos fueron muy usados para facilitar la transmisión de mensajes religiosos a la gente que no supiera leer.
Sus orígenes
Se estima que las alabardas nacieron en el territorio chino, ya que existen evidencias de armas de asta de considerable antigüedad cuyas funciones eran muy parecidas. En el continente europeo comenzó a desarrollarse en la Edad Media, alrededor del siglo XIV, a través de Escandinavia y Alemania, época en la que adoptó sus rasgos más característicos.
Sin embargo, se volvió especialmente popular gracias a su uso por parte de los mercenarios suizos, soldados que se caracterizaron por servir en ejércitos de otras naciones, en particular los que pertenecían a la corona francesa.
Llegando al final del Medioevo, las alabardas eran usadas con frecuencia en las infanterías, manteniendo esa trascendencia hasta el siglo XVII. La infantería con alabardas incluso se impuso a la caballería pesada en diferentes enfrentamientos históricos.
La popularidad de la alabarda fue tan grande que numerosas tropas de élite pertenecientes a la nobleza la llevaban en versiones muy ornamentadas, algo que se mantiene hasta el día de hoy. Podemos mencionar otras armas de asta que coexistieron con la alabarda y que podrían considerarse dentro de la misma familia, como ser la partesana, el archa y la guja. En el Japón feudal, por otra parte, crearon la naginata, cuya hoja era de menor grosor y mayor aerodinamismo.
En la actualidad
Actualmente las alabardas suelen lucirse en desfiles y en diversos actos públicos. En esos casos, se exhiben como armas ceremoniales, aunque también hay formaciones que las utilizan como armas de combate, al punto de usarlas en sus entrenamientos. Eso ocurre con los denominados alabarderos de la Guardia Suiza Pontificia y de la Guardia Real española.
La alabarda está presente en la Guardia Suiza Pontificia
La Guardia Suiza Pontificia es un cuerpo militar que se encarga de brindarle protección al papa, su jefe de ceremonias, y a la Santa Sede. Al día de hoy cuenta con una cantidad de soldados que ronda el centenar, lo que lo convierte en el ejército profesional menos numeroso del mundo. Surgió en el siglo XVI, más precisamente en el año 1506, con 150 soldados.
Con respecto a la Compañía de Reales Guardias Alabarderos, tiene a su cargo proteger los castillos (los alcázares) y acompañar a los Reyes cada vez que realizan excursiones o que participan de actos públicos. Esto ha sido muy común en las monarquías de Europa. Antes de Suiza, por ejemplo, lo hizo Dinamarca, y poco a poco se sumaron otros países europeos.