Definición de abad
Abad es un concepto que, de acuerdo a lo detallado por el diccionario de la Real Academia Española (RAE), procede de abbas, un vocablo latino. El término alude al religioso que ocupa el cargo superior en un tipo de monasterio conocido como abadía.
El abad, por lo tanto, es el padre espiritual, líder y responsable de una abadía. En sus orígenes, la noción no estaba vinculada a una jerarquía o a un cargo formal, sino que era un título honorífico. El honor surgió en monasterios sirios y luego comenzó a implementarse en Europa.
Con respecto al modo en el que vivían los abades antes de la organización formal, se sabe que eran personas ermitañas, que perseguían a través de sus actos y sus costumbres un estado en el cual su espíritu se liberara del mundo material. Justamente era gracias a esta disciplina que podían alcanzar un grado de conocimiento y armonía que atraía a otros religiosos a congregarse a su alrededor.
Lejos de tratarse de una actitud egoísta o de un símbolo de falta de interés por el resto de los seres humanos, el aislamiento de los primeros abades tenía finalidades de enriquecimiento espiritual y reflexión que luego beneficiaban también a quienes los seguían. Por ejemplo, cuando alcanzaban un nivel de producción de alimento suficiente para su propio consumo, no dudaban en compartir el excedente con los demás.
Uno de los nombres más importantes en este contexto es el de San Benito de Nursia, un presbítero cristiano que vivió entre finales del siglo V y mediados del VI en el Imperio Bizantino. Se lo considera el precursor de la vida monástica occidental. Fue el fundador de la orden benedictina, la cual tenía el objetivo de conseguir que los monasterios fueran autosuficientes, o sea que se basaran en la autarquía, ya que hasta entonces solían organizarse alrededor de una iglesia.
San Benito de Nursia goza de varios títulos simbólicos, como ser patriarca el monacato de Occidente y patrón de Europa. El concepto de monacato, por su parte, se define como el compromiso con el estilo de vida antes descrito, caracterizado por el ascetismo y la devoción a una religión, siguiendo un cierto número de reglas. Al respecto, San Benito fue el autor de «La Santa Regla«, la cual ha inspirado a diversas comunidades; se trata de una obra compuesta por un prólogo y 73 capítulos en la cual estableció ciertos principios que consideraba fundamentales para la vida en el monasterio, como ser «rezar y trabajar».
Cuando el título empezó a popularizarse, pasó a nombrar al superior de un monasterio organizado como comunidad, que adquirió el nombre de abadía. Al fin del siglo XV, abad ya era una institución eclesiástica, como obispo y otras.
De este modo, los abades pasaron a ser, además de religiosos, figuras de autoridad que gobernaban las abadías. Tenían jurisdicción sobre el monasterio y sobre los súbditos, podían consagrar iglesias y dar bendiciones, entre otras cuestiones.
Además del mencionado San Benito, hubo muchos otros abades de gran importancia histórica en la iglesia católica. San Antonio Abad (251–356), por ejemplo, fue el creador del movimiento eremítico.
Suger de Saint-Denis, Egidio Abad y San Molaise son otros abades que, por sus acciones y sus logros, alcanzaron relevancia a lo largo de la historia.
Desde un punto de vista iconográfico, la representación del abad debe incluir la cruz abacial en su mano, los hábitos correspondientes a su orden y, en el caso de los abades mitrados, la toca conocida con el nombre de mitra, caracterizada por ser alta y acabar en punta.
Existen algunas expresiones de la lengua castellana que incluyen la palabra abad, como ser las siguientes: cara de abad, rostro colorado, grueso y rollizo; darse una vida de abad, llevar una buena vida; mesa de abad, no escatimar en gastos a la hora de comer.