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Objetivos generales y específicos

Te explicamos qué son los objetivos generales y específicos, ejemplos y las funciones que cumplen. Características y pasos para realizarlos.

¿Qué son los objetivos generales y específicos?

Cuando se habla de objetivos generales y específicos, se hace alusión a las metas planteadas por una investigación, un proyecto o una organización, clasificados en base a los elementos en que se centran y el enfoque específico que contemplan, de la siguiente manera:

  • Objetivo general. Suele haber uno solo, pues engloba la totalidad de una investigación o un proyecto, y es la meta primordial a alcanzar, esa hacia la que contribuyen todos los esfuerzos de una organización o todos los capítulos de una tesis de grado, por ejemplo.
  • Objetivos específicos. Suele haber varios, pues cada segmento de una organización o cada capítulo de una investigación poseen su propia meta a alcanzar, la cual se halla subeditada o contenida en el objetivo general.

Así, la sumatoria de todos los objetivos específicos tendría que dar con el objetivo general como resultado, ya que estos últimos comprenden los peldaños que se deben dar primero (y a menudo de forma sucesiva u organizada) para llegar a la cima de la escalera.

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Ejemplos de objetivos generales y específicos

Un ejemplo simple de objetivos generales y específicos lo constituye la publicación de una novela. El objetivo general es ése: escribir una novela y publicarla en alguna editorial.

Pero es engloba muchos pequeños pasos a seguir, muchas metas a corto plazo que alcanzar y que serán los objetivos específicos: escribir el primer capítulo, escribir el segundo, y así sucesivamente; luego corregir el primero, corregir el segundo y así hasta el final. Y luego buscar un editor. Todos ellos pueden considerarse objetivos específicos.

Otro ejemplo simple es dejar de fumar como objetivo general. Pero eso pasa por fumar un cigarrillo menos cada semana, luego comprar medio paquete, luego no comprar sino los pocos que se fumen al día y así hasta dejar de fumar por completo. Todos estos pasos previos serían objetivos específicos.

Función de los objetivos generales y específicos

Normalmente, los objetivos se plantean antes de emprender una acción o investigación, pues es mucho más conveniente saber hacia dónde deseamos ir antes de empezar a caminar.

Es decir: únicamente podremos averiguar cuál es la mejor ruta hacia el éxito, si primero sabemos cuál es la meta que nos hemos propuesto. Por eso establecer objetivos claros forma parte de cualquier planificación en cualquier área.

Por ejemplo: las investigaciones universitarias, los proyectos tecnológicos, los planes empresariales y las estrategias militares tienen siempre un objetivo trazado de antemano. Así, su efectividad dependerá del método que resulte más conveniente (es decir: más rápido, seguro, lucrativo… dependiendo del área específica).

Características de los objetivos generales y específicos

Los objetivos generales se definen fácilmente: son aquellos globales, que abarcan la totalidad de un proyecto o un cometido. Puede haber más de uno, desde luego, en los casos en que haya grandes aspiraciones generales.

Pero usualmente se elige uno solo, que será el norte hacia el cual perfilarán todos los esfuerzos por separado. El objetivo general suele ser la misión de las empresas o de los proyectos, y suele ser a largo plazo.

En cambio, los objetivos específicos suelen ser a corto plazo y circunscribirse a condiciones concretas, a metas individuales. Todo objetivo general puede descomponerse en una serie de objetivos específicos, que deben cumplirse primero para poder alcanzar la totalidad de la meta global propuesta.

Pasos para formular objetivos

Para formular objetivos pueden seguirse diversos algoritmos, pero uno muy simple vendría a ser el siguiente:

  • Establecer un estado ideal de las cosas. Esto quiere decir: soñar. Pensar en positivo. Nuestro objetivo general, el primero que debemos hallar, es esa meta futura y posible que deseamos, ese sitio en el que deseamos encontrarnos y estamos dispuestos a esforzarnos por ello.
  • Concretar el objetivo general. Se debe “traducir” el sueño, la visión ideal, en objetivos concretos, alcanzables, medibles, e insertarlos en una secuencia de tiempo verosímil. Por ejemplo: de nada sirve plantearse adelgazar de un día para otro, pues es irreal; pero si me lo propongo a lo largo de seis meses, tendré tiempo para ir cumpliendo mis objetivos específicos.
  • Identificar los obstáculos. Una vez que sepa hacia dónde quiero ir y cuánto tiempo tardaré en llegar, es hora de ver qué cosas encontraré en el camino y de qué modo puedo prepararme para ello. Mis objetivos específicos serán, así, la superación de cada uno de dichos obstáculos, o cada uno de los pasos dados en el recorrido que me propongo realizar.
  • Identificar los recursos y habilidades. En cuanto sepa cuáles serán mis obstáculos, podré saber cuáles son mis virtudes, ventajas y flaquezas, y podré planificar mis objetivos específicos en base a ello, para que estén lo más adaptados a la realidad posible.