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Clasificación

Te explicamos qué es una clasificación, su función en el aprendizaje, el pensamiento y los criterios que puede emplear.

¿Qué es una clasificación?

Una clasificación es un ordenamiento o una organización de cosas en una serie de categorías o clases. Se pueden clasificar ideas, objetos o cualquier tipo de referente. De hecho, clasificar se define en el diccionario de la Real Academia Española como “disponer por clases algo”, o sea, organizar y dividir un conjunto de cosas según un criterio escogido de antemano.

La palabra clasificación proviene de las voces del latín classis (“clase”) y facere (“hacer”), por lo que puede entenderse como “hacer clases”, o sea, establecer clases distintas de objetos o de referentes es establecer una clasificación.

Este procedimiento -el de clasificar- es sumamente importante dentro de los esquemas de pensamiento del ser humano. De hecho, buena parte del aprendizaje consiste en aprender a clasificar la información, o sea, a establecer las categorías pertinentes de cada cosa y posteriormente establecer relaciones entre ellas.

Toda clasificación, por lo tanto, consiste en una singularización: se toma un conjunto general de objetos y se los reparte en grupos más pequeños y específicos, de acuerdo a la presencia de alguna característica escogida.

Existen, sin embargo, muchas formas de establecer clasificaciones. Podemos hacerlo, por ejemplo, atendiendo a:

  • La naturaleza de las cosas: clasificar los objetos según el material del que están hechos, o según el grado de pureza del mismo, o según la complejidad de sus elementos constitutivos.
  • Sus funciones: clasificar los objetos según su relación con otro grupo, o según su aparición, etcétera.

Así, un conjunto de muebles se pueden clasificar atendiendo a los que son madera, plástico y metal, o atendiendo al número de patas que tengan, o a los colores de su superficie.

Entre todas estas posibilidades, sin embargo, conviene destacar la clasificación jerárquica, esto es, la que organiza los objetos en base a la importancia que tienen dentro de un modelo lógico simple: de lo más general, a lo más específico. Este tipo de clasificación fue la utilizada en los primeros sistemas de organización de la información, tales como los catálogos de las bibliotecas.

La clasificación es un proceso mental que llevamos a cabo de manera continua y en muy diferentes áreas del saber y el pensamiento.

Por ejemplo, en el campo de la biología se emprende la clasificación de todas las formas de vida conocidas, o sea, la taxonomía, distinguiendo entre los reinos de la vida y sus numerosas subclasificaciones. Para ello, se toma nota de las diferencias y similitudes en su estructura física y corporal que presentan las especies de seres vivos entre sí.

Algo similar realiza la química al organizar los elementos químicos conocidos en los distintos grupos que componen la tabla periódica de los elementos, atendiendo a sus propiedades energéticas y a su comportamiento respecto de los demás elementos químicos. A este método de organizar los 118 elementos conocidos hasta hoy, se le conoce como clasificación periódica.

Incluso las palabras se clasifican, atendiendo a su función dentro de la oración, en lo que conocemos como categorías gramaticales. Pero toda clasificación, como hemos visto, establece necesariamente clases o categorías, es decir, una tipología (de tipos).

Así, cuando nos piden que clasifiquemos un conjunto de referentes, necesitamos siempre un criterio para organizarlos, o sea, un criterio para establecer los diferentes grupos que habrá.

Con ello juega el escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) en su relato “El idioma analítico de John Wilkins” de 1952, en el que propone una curiosa clasificación de los animales existentes, de acuerdo a una supuesta enciclopedia china, y que los organiza en disparatadas clases como “pertenecientes al emperador”, “embalsamados”, “fabulosos”, “que se agitan como locos” o “que de lejos parecen moscas”, entre otras.

Todo ello para poder afirmar que (…) notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo”.

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Otros usos del término clasificación

Algunos usos mucho más específicos del término clasificación son los siguientes:

  • En el mundo del deporte, se utiliza para referirse a la organización de los jugadores o de los equipos de jugadores, de acuerdo a la cantidad de puntos o de partidas ganadas que tengan, dentro de un campeonato. Así, es común hablar de que un equipo o jugador “clasificó”, cuando se encuentra entre las primeras posiciones de un torneo, es decir, cuando ingresó al grupo de los victoriosos.
  • Cuando los gobiernos y las agencias de espionaje dan estatus de “clasificado” a un documento, quieren decir con ello que su lectura no es pública y está reservada para quienes poseen la autoridad o el permiso necesarios. Así, los documentos clasificados forman parte del secreto de las naciones, hasta que se los “desclasifica”, o sea, se los hace públicos, cuando se considera que ya no representan un peligro para los intereses nacionales.
  • En el mundo de las ciencias de la información, se llama “clasificar” o “catalogar” al ingreso de nuevos libros o documentos a un sistema de organización y recuperación de información, a través de cotas y otros datos que forman parte de un código. Esto permite al solicitante buscar un libro específico entre cientos o miles de ejemplares disponibles en las colecciones de una biblioteca o en los depósitos de una librería.

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