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Las 50 mejores frases de La tregua


Te dejo las mejores frases de La tregua, novela escrita por el uruguayo Mario Benedetti y publicada en 1960. Su título hace alusión a la ayuda que recibió de Dios para encontrar de nuevo el amor, después de enviudar.

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-¿Por qué las palmas de mi mano tienen una memoria más fiel que mi memoria? -Martín Santomé.

-Cuando esa soledad se convierte en rutina, uno va perdiendo inexorablemente la capacidad de sentirse sacudido, de sentirse vivir. -Martín Santomé.

-Hay una especie de reflejo automático en eso de hablar de la muerte y mirar enseguida el reloj. -Martín Santomé.

-Entonces vi mi inmunda soledad, eso que había quedado de mí, que era bien poco. -Martín Santomé.

-Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz. -Blanca.

-Me aburrí de mí mismo, de mi propia paciencia. -Martín Santomé.

-Si alguna vez me suicido, será en domingo. Es el día más desalentador, el más insulso. -Martín Santomé.

-La más horrible variante de la soledad: la soledad del que ni siquiera se tiene a sí mismo. -Martín Santomé.

-De todas aquellas manos, la suya era la única que transmitía vida. -Martín Santomé.

-Cómo la necesito. Dios había sido mi más importante carencia. Pero a ella la necesito más que a Dios. -Martín Santomé.

-Con Avellaneda, el sexo es (para mí, al menos) un ingrediente menos importante, menos vital; mucho más importantes, más vitales, son nuestras conversaciones, nuestras afinidades. -Martín Santomé.

-Cuando hacíamos el amor, parecía que cada duro hueso mío se correspondía con un blando hueco de ella, que cada impulso mío se hallaba matemáticamente con su eco receptor. -Martín Santomé.

-Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme. -Laura Avellaneda.

-Cuántas palabras, solo para decir que no quiero parecer patético. -Martín Santomé.

-Lo nuestro es ese indefinido vínculo que ahora nos une. -Martín Santomé.

-Hay dentro de mí un señor que no quiere forzar los acontecimientos, pero también hay otro señor que piensa obsesivamente en el apuro. -Martín Santomé.

-Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor. -Martín Santomé.

-Ahora lo sé. No te quiero por tu cara, ni por tus años, ni por tus palabras, ni por tus intenciones. Te quiero porque estás hecho de buena madera. -Laura Avellaneda.

-Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos. -Martín Santomé.

-Francamente, no sé si creo en Dios. A veces imagino que, en el caso de que Dios exista, no habría de disgustarle esta duda. -Martín Santomé.

-Yo hablo con ella como si hablara conmigo mismo. -Martín Santomé.

-Debe ser una regla general que los solitarios no simpaticemos ¿O será́ que, sencillamente, somos antipáticos? -Martín Santomé.

-La verdadera división de las clases sociales habría que hacerla teniendo en cuenta la hora en que cada uno se tira de la cama. -Martín Santomé.

-Se es o no se es, no importa el día. -Martín Santomé.

-La gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada, nada más que por haber creído que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo. -Martín Santomé.

-De pronto tuve conciencia de que ese momento, de que esa rebanada de cotidianidad, era el grado máximo de bienestar, era la dicha. -Martín Santomé.

-A mí me cuesta ser cariñoso, inclusive en la vida amorosa. Siempre doy menos de lo que tengo. Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservando el máximo solo para las grandes ocasiones. -Martín Santomé.

-Pero, en definitiva, ¿qué es Lo Nuestro? Por ahora, al menos, es una especie de complicidad frente a los otros, un secreto compartido, un pacto unilateral. -Martín Santomé.

-El deleite frente al misterio, el goce frente a lo inesperado, son sensaciones que a veces mis módicas fuerzas no soportan. -Martín Santomé.

-Mire, yo le puedo asegurar que cuando una mujer se pierde, siempre hay un hombre ruin, cretino, denigrante, que primero le hizo perder la fe en sí misma. -Vieja del trolebús.

-El tiempo se va. A veces pienso que tendría que ir apurado, sacarle el máximo partido a estos años que quedan. Tengo la angustiante sensación de que la vida se me está escapando, como si mis venas se hubieran abierto y yo no pudiera detener mi sangre -Marín Santomé.

-Lo que más me gusta de vos es algo que no habrá tiempo capaz de quitártelo. -Laura Avellaneda.

-La seguridad de saberme capaz para algo mejor, me puso en las manos la postergación, que al fin de cuentas es un arma terrible y suicida. -Martín Santomé.

-A veces me siento desdichada, nada más que de no saber qué es lo que estoy echando de menos. -Blanca.

-Es seguro que muchos de esos presuntos desgraciados son en realidad felices, pero no se dan cuenta, no lo admiten, porque ellos creen que están muy lejos del máximo bienestar. -Martín Santomé.

-Hoy fue un día feliz; solo rutina. -Martín Santomé.

-Una de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las hojas. -Martín Santomé.

-Ojalá te sientas a la vez protector y protegido, que es una de las más agradables sensaciones que puede permitirse el ser humano. -Esteban.

-No es la eternidad pero es el instante, que, después de todo, es su único sucedáneo verdadero. -Martín Santomé.

-A veces hacíamos cuentas. Nunca alcanzaba. Acaso mirábamos demasiado los números, las sumas, las restas, y no teníamos tiempo de mirarnos nosotros. -Martín Santomé.

-Es muy posible que lo que le voy a decir le parezca una locura. Si es así, me lo dice nomás. Pero no quiero andar con rodeos: creo que estoy enamorado de usted. -Martín Santomé.

-Nunca había sido tan plenamente feliz como en ese momento, pero tenía la hiriente sensación de que nunca más volvería a serlo, por lo menos en ese grado, con esa intensidad. -Martín Santomé.

-Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme. -Laura Avellaneda.

-El mundo también se detiene a veces a contemplarnos, con una mirada que también puede llegar a ser diagnóstico y desahucio. -Martín Santomé.

-Cuando una mujer llora frente a mí, me vuelvo indefenso y, además, torpe. Me desespero, no sé cómo remediarlo. -Martín Santomé.

-Contigo no tengo necesidad de vivir a la defensiva. Me siento feliz. -Laura Avellaneda.

-Usted tiene todas las condiciones para concurrir a mi felicidad, pero yo tengo muy pocas para concurrir la suya. -Martín Santomé.

-Si bien mi corazón ahora se siente generoso, alegre, renovado, sin ella volvería a ser un corazón definitivamente envejecido. -Martín Santomé.

-El plan trazado es la absoluta libertad. Conocernos y ver que pasa, dejar que corra el tiempo y revisar. No hay trabas. No hay compromisos. Ella es espléndida. -Martín Santomé.