Revolución agrícola inglesa: antecedentes, causas, características
La revolución agrícola inglesa fue el proceso histórico durante el cual se produjo una evolución en la forma trabajar el campo en Inglaterra. Esta revolución tuvo lugar en un periodo de tiempo que abarcó el siglo XVIII y parte del siglo XIX. El resultado fue un aumento de la productividad y un descenso en la mano de obra en la agricultura.
Inglaterra, como el resto de Europa, basaba su sistema económico en la agricultura. Ya en el siglo XIII se había introducido algunas técnicas novedosas que habían mejorado la productividad, pero, con el tiempo, esos cambios habían ido perdiendo efectividad. Cuando llegó el siglo XVIII, los grandes propietarios buscaron cómo aumentar sus beneficios.
Dos de las transformaciones que resultaron fundamentales para que la revolución agrícola se produjera fueron los cercamientos y un nuevos sistema de rotación de los cultivos. El primero de estos cambios supuso también un cambio en la manera que se repartía la propiedad de las tierras en el país.
Además del mencionado aumento de la productividad agrícola, la revolución se considera como un antecedente inmediato de la Revolución Industrial. En el campo comenzó a sobrar mano de obra, por lo que los trabajadores debieron emigrar hacia las ciudades y buscar nuevos empleos en las industrias que comenzaron a aparecer.
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Antecedentes
La agricultura europea había dado un gran salto adelante en el siglo XIII. Entre los adelantos que se introdujeron destacó la introducción de un nuevo tipo de arado que sustituyó al romano, la utilización de los molinos de agua y el inicio de la rotación trienal.
Este tipo de rotación dividía cada campo de cultivo en tres zonas y se plantaban dos clases de trigo diferente, uno en cada estación. De esta forma, conseguían reducir la superficie que se quedaba en barbecho.
Estos cambios funcionaron bien durante un tiempo. Sin embargo, llegó un momento en el que los cambios sociales provocaron que los propietarios necesitaran mejorar la producción.
Base agraria de la economía
Antes de que comenzara la revolución agrícola del siglo XVIII, la economía británica era muy tradicional. Casi el 75% de los trabajos estaban concentrados en el sector primario.
La escasa industria existente mantenía características gremiales y artesanales. Esto provocaba que el número de trabajadores empleados en esas industrias fuera muy reducido y que no fuera necesario la introducción de maquinaria compleja.
Por otra parte, la propiedad agrícola estaba muy concentrada en manos de unos pocos. Lo más habitual es que la tierra se organizara en enormes latifundios. Los dueños obtenían sus ganancias del pago de las rentas que los campesinos eran obligados a abonar. Era, casi, un sistema que había mantenido una estructura feudal.
Escaso crecimiento demográfico
La demografía previa a la revolución agrícola presentaba un crecimiento muy escaso. A ello contribuía la gran mortalidad infantil, provocada en gran parte por las enfermedades y la falta de una alimentación adecuada.
Durante los siglos previos a la transformación agrícola era muy frecuente que estallaran hambrunas. Cada vez que se sucedían varias cosechas malas, la mortalidad aumentaba de manera notable. A su vez, esto provocaba epidemias que se cebaban con los sectores sociales más desfavorecidos.
La protoindustrialización
Poco a poco, la economía inglesa comenzó a presentar rasgos que anunciaban la expansión de la industrialización. Para empezar, el comercio se fortaleció y las empresas mercantiles llevaban sus productos a lugares cada vez más lejanos.
La necesidad de producir artículos para la exportación acabó propiciando que aumentaran las manufacturas. A su vez, esto resultó en que los capitales empezaran a acumularse y que parte de ellos se dedicaran a invertir en industrias más modernas.
Uno de los tipos de industrias características de esa etapa fue la denominada “industria doméstica”, que dejó atrás la antigua organización en gremios. Esta industria era totalmente rural y en ella se combinaba el trabajo en el campo con la manufactura de textiles que se realizaba en las casas.
Causas
La revolución agrícola inglesa tuvo varios desencadenantes. Los expertos han desarrollado varias teorías, dependiendo de la importancia que le den a cada una de las causas. En general, coinciden en señalar a la importancia que estaba adquiriendo el comercio, al cambio de mentalidad de los empresarios y a la invención de nueva maquinaria.
Aumento considerable de la población
El aumento de la demografía puede considerarse, a la vez, causa y consecuencia de la revolución agrícola. Por una parte, cierta mejora en las condiciones de la población permitió que la demografía mejorara. Esto obligó a que fuera necesario que la producción de las cosechas fuera mayor para cubrir todas las necesidades.
Por otra parte, ese aumento de la productividad de los cultivos permitió que la población siguiera aumentando.
Los datos de esa época muestran claramente ese crecimiento demográfico. En 50 años, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la población de Inglaterra se duplicó. Al mismo tiempo, la producción agrícola se incrementó para poder alimentar a esa nueva población, hasta el punto de que no hizo falta importar cereal del exterior.
Nuevas herramientas
La aparición de nuevas herramientas de cultivo fue uno de los factores que permitió el aumento de la productividad. Así, se empezaron a utilizar elementos novedosos como la sembradora mecánica, que mejoraba el sistema de manera notable.
Ampliación de la extensión de las tierras cultivables
Algunos historiadores señalan que la principal causa para que comenzara la revolución agrícola fue el aumento del terreno cultivado en el país. Según sus cálculos, en poco tiempo el área dedicada a la agricultura se multiplicó por dos.
Cambio de mentalidad
Los grandes propietarios que controlaban la producción agrícola en la Inglaterra de principios del siglo XVIII empezaron a cambiar su mentalidad sobre la riqueza. Eso hizo que pusieran todos los medios a su disposición para incrementar la productividad.
Frente al sistema anterior, que primaba el cultivo para el consumo interno, la expansión del comercio hizo que estos propietarios ganaran importancia social. A su vez, aparecieron las acciones y el pago a través de los bancos.
Algunas de las medidas que los latifundistas utilizaron para mejorar la productividad fueron un nuevo método de dividir el terreno y el cambio en la manera en la que se rotaban los cultivos.
Características
El proceso modernizador que supuso la revolución agrícola comenzó a notarse durante las primeras décadas del siglo XVIII. Entre otros aspectos, se modificó la estructura de posesión de la tierra y se empezaron a aplicar técnicas novedosas para mejorar las explotaciones.
Cercamientos
Hasta el siglo XVIII, la tierra en Inglaterra se había explotado con un sistema de campos abiertos (openfield). Este consistía en que no existían divisiones entre los distintos terrenos. Ninguna de las parcelas existentes se encontraban cercadas o cerradas.
El otro sistema utilizado era el de las tierras comunales (commonfield). En este caso, el uso del barbecho provocaba que las tierras tuvieran una productividad muy baja.
Fue a principios del siglo XVIII cuando estos sistemas comenzaron a cambiar. Aparecen entonces los llamados “enclosure”; esto es, cercados con los que se dividía el terreno, lo que permitía que los cultivos se individualizaran.
Para generalizar esta práctica, el Parlamento de Gran Bretaña aprobó una ley, la Enclosures Act. A partir de ese momento, los campesinos tuvieron libertad para poder cultivar cada terreno de la manera que consideraran más conveniente.
En menos de 50 años a partir de comienzos de siglo, se había cercado el 25% de todo el terreno agrícola del país. Esto, aparte de la mejora de la productividad, también provocó una concentración en la propiedad de las tierras.
Innovaciones técnicas
La mencionada concentración en la propiedad de la tierra permitió a los grandes propietarios invertir en innovaciones técnicas que incrementaran la productividad. Otro factor que animó a estos terratenientes a implantar esas innovaciones fue el aumento de la demanda.
Aunque existieron algunos inventos anteriores, el primer gran aporte lo realizó Jethro Tull en 1730. Este agrónomo y abogado presentó ese año una sembradora mecánica de tracción animal que permitía sembrar en línea y que se usaran máquinas para cavar.
Se trataba de una herramienta pensada para el cultivo de superficies extensas, donde suponía una enorme mejora en la producción.
Sistema Norfolk
El introductor de la otra gran novedad en la agricultura británica fue Lord Townshend, un noble que había estado destinado en la embajada inglesa en los Países Bajos. Estos eran una potencia agrícola y Townshend estudió algunas de sus técnicas para adaptarla a su país.
El llamado sistema Norfolk consistía en rotar los cultivos cuatrienalmente. Esto permitía no tener que utilizar el barbecho y que la producción nunca se detuviera. La clave estaba en alternar la siembra de cereales con la de leguminosas y plantas para forraje.
De esta forma, el sistema no solo mejoraba la producción de alimentos para la población, sino que también los producía para los animales. Estos, para completar el ciclo, aportaban abono para el campo.
Por otra parte, Townshend también desarrolló algunas mejoras para drenar la tierra y fomentó la creación de prados destinados para que los animales tuvieran alimentos durante el invierno.
Los propietarios acogieron con gran entusiasmo estas innovaciones propuestas por el noble. A su vez, animados por las mejoras, invirtieron para investigar cómo lograr fertilizantes químicos más efectivos o la forma de construir mejores arados.
Cambios que produjo
La revolución agrícola en Inglaterra cambió no solo la manera de cultivar. Sus repercusiones se dejaron notar en la demografía e, incluso, provocó un cambio en las clases sociales.
Según los expertos, esta transformación en la agricultura fue el primer paso hacia la posterior Revolución Industrial.
Aumento de la producción
A principios del siglo XVIII, la productividad agrícola en Inglaterra se puso al mismo nivel que la de los países líderes en ese ámbito. Además, ese incremento productivo impulsó que su economía general creciera.
Demografía y Revolución Industrial
Como se ha apuntado, la revolución agrícola fue fundamental para que después se produjera la Revolución Industrial.
Por una parte, los cultivos ganaron en rentabilidad, además de que las cosechas eran mayores. Al mismo tiempo, generaron más materias primas y, a su vez, demandaba maquinaria que debía construirse en fábricas industriales. A esos factores hay que unirles el incremento demográfico que provocó la mejora de las cosechas.
Toda la mejora de la productividad se había producido por la introducción de nuevas técnicas, que provocaron que fueran necesarios menos trabajadores. Muchos de los que se quedaron sin empleo emigraron a las ciudades para buscar oportunidades laborales en las fábricas que se estaban abriendo.
Por último, muchos de los propietarios de tierras que estaban incrementado sus ganancias decidieron invertir en la creación de nuevas industrias. El mismo Estado aumentó sus ingresos y dedicó parte de ellos a la mejora de las infraestructuras viales.
Introducción de nuevas especies
La trasformación en la producción agrícola inglesa no solo afectó al sistema de propiedad y a las innovaciones técnicas. También provocó que se empezara a cultivar nuevos alimentos, como la patata o el nabo. En el primer caso, su introducción debió vencer las reticencias de muchos campesinos que pensaban que era perjudicial para la salud.
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII los cereales empezaron a encarecerse, lo que obligó a los campesinos a aceptar el cultivo de esos tubérculos. En el caso de la patata, en poco tiempo se convirtió en un alimento fundamental para aquellos que trabajaban, en condiciones muy pobres, en las fábricas.
De hecho, esa dependencia de la patata tuvo una consecuencia muy negativa en el siglo siguiente, especialmente en Irlanda. Varias malas cosechas provocaron hambrunas que conllevaron la muerte de muchos irlandeses. Otros se vieron obligados a emigrar, sobre todo a los Estados Unidos.
Diferenciación de clases
La revolución agrícola también tuvo efectos sociales. Los grandes propietarios fueron los que salieron beneficiados con los cambios que se habían producido, mientras que los pequeños propietarios y los jornaleros sufrieron los efectos negativos.
Lo mismo le ocurrió a los que solo poseían unas cabezas de ganado, que vieron que con el cercamiento de los terrenos ya no podían llevarlos libremente para que se alimentaran.
La gran mayoría de los que se vieron perjudicados por los cambios en la agricultura acabaron desplazándose a las ciudades. Allí, se incorporaron a la masa de trabajadores industriales. Con el tiempo, fueron los que formarían una nueva clase social: el proletariado.
Referencias
- Lozano Cámara, Jorge Juan. La Revolución Agrícola inglesa. Obtenido de claseshistoria.com
- Montagut, Eduardo. Las revoluciones agraria y agrícola en Gran Bretaña. Obtenido de nuevarevolucion.es
- Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades. Revolución agrícola. Obtenido de portalacademico.cch.unam.mx
- Overton, Mark. Agricultural Revolution in England 1500 – 1850. Obtenido de bbc.co.uk
- The Editors of Encyclopaedia Britannica. Agricultural revolution. Obtenido de britannica.com
- Worldatlas. Did The British Agricultural Revolution Lead To The Industrial Revolution?. Obtenido de worldatlas.com
- History Crunch. Agricultural Revolution. Obtenido de historycrunch.com