Estrés

Medicamentos para el estrés: beneficios y efectos secundarios


Los medicamentos para el estrés cada vez se consumen más, siendo el ritmo de vida que llevamos una de las principales razones para presentar las sintomatologías referidas a esta enfermedad, como puedan ser cansancio, nervios, ansiedad o incluso depresión.

Tenemos que desempeñar bastantes funciones y muy diversas a lo largo del día. Esto ocurre en el ámbito laboral y en el personal. Probablemente, nos estamos convirtiendo en personas que nos exigimos mucho a nosotros mismos y no nos recompensamos lo suficiente por lo bien que lo hacemos.

Toda esta carga que vamos acumulando, se acaba convirtiendo en estrés, una reacción fisiológica que se produce en nuestros organismos para hacer frente a una situación que es percibida como amenazante o de un alto nivel de demanda.

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¿Qué ocurre en nuestro organismo al tener estrés?

Cuando percibimos una situación como estresante, se activa el sistema nervioso simpático y pone en marcha su mecanismo de respuesta de lucha o huida.

Si esta amenaza permanece más tiempo, nuestro cuerpo al no estar preparado para mantener ese nivel de activación, pone en marcha al sistema nervioso parasimpático que provoca la homeostasis. Es decir, provoca que el cuerpo vuelva a su nivel de activación normal y a regular las condiciones fisiológicas.

El estrés es percibido como una emoción negativa y que tiene grandes repercusiones a nivel físico y psicológico de la persona que lo padece. Cada uno experimentará el estrés de una manera distinta y por una circunstancia, también, diferente.

Es muy importante que conozcamos cómo nuestro cuerpo responde ante una situación estresante para reconocer los síntomas y poder gestionarlo de manera adecuada y a tiempo.

El tratamiento que se usa en las situaciones de estrés es muy variado y debe estar supervisado por un especialista. La intervención del psicólogo es muy importante para apoyar al paciente en la gestión de sus emociones.

A continuación, pasamos a ver seis de los medicamentos que más se utilizan para tratar el estrés, cuáles son sus beneficios y, en caso de que existan, qué efectos secundarios pueden ocasionar en nuestro organismo.

Ansiolíticos

Los ansiolíticos son los fármacos por excelencia que se usan en el tratamiento del estrés y de la ansiedad. Es decir, los distintos ansiolíticos controlan los síntomas físicos asociados con la ansiedad. Los más comunes son el temblor y la sudoración.

En función del trastorno de ansiedad y de la persona, requerirá un fármaco y unas dosis del mismo determinadas. El mecanismo de funcionamiento de estos fármacos es por su acción depresora en el sistema nervioso central, actuando contra la ansiedad, pero sin inducir un estado de sedación o sueño.

Dentro de este grupo, encontramos los barbitúricos y los tranquilizantes

-Barbitúricos

Estos fármacos actúan como sedantes del sistema nervioso central y sus efectos abarcan desde el estado de relajación, como la sedación suave hasta la anestesia total.

Las personas que los consumen han de ser cautas puesto que los barbitúricos ejercen un gran poder de adicción, de tipo físico y psicológica.

Por esta razón, cada vez son menos usados y algunas entidades desaconsejan el uso de barbitúricos en el tratamiento de la ansiedad. Realmente, pueden ser útiles en el tratamiento del insomnio cuando el uso de las benzodiacepinas, de las que hablo a continuación, no han conseguido el efecto esperado.

-Tranquilizantes o benzodiacepinas

También conocidos como benzodiacepinas. Este tipo de medicamentos son sustancias que inducen la depresión del sistema nervioso central. Su acción, en dosis bajas, disminuye los niveles de excitabilidad nerviosa y si se consume en grandes dosis son capaces de inducir el sueño.

Este tipo de medicamentos, contribuye a la desaparición del estrés durante unas horas, pero una de sus grandes contraindicaciones que no enseña al paciente a manejar por sí mismo los nervios y su estado de ansiedad.

Las benzodiacepinas provocan una gran adicción por eso es importante que no se abuse de ellos y que cuando se tomen, sea bajo la supervisión médica pertinente.

En el caso de que el paciente consuma de manera frecuente estos fármacos, los tranquilizantes producen un efecto de habituación en el organismo y, por lo tanto, para conseguir inducir el estado de tranquilidad y acabar con los síntomas, cada vez será más necesario aumentar la dosis de estos fármacos.

Estos medicamentos pueden ser prescritos por los profesionales de la medicina para el abordaje del estrés y otros cuadros como son el insomnio, como apunté en el apartado anterior, y los dolores musculares.

Normalmente, las personas que tienen un mayor nivel adicción es porque los usan para calmar la ansiedad y conciliar el sueño.

Efectos para el sueño

Dentro de los tranquilizantes, nos encontramos las benzodiacepinas y por excelencia, el Valium. Dentro de los efectos que produce, encontramos los siguientes:

-Alteración de la transmisión de los impulsos neurológicos.

-Disminución del tiempo de aparición del sueño.

-Aumento del tiempo total de sueño.

-Disminución de la fase REM del sueño.

-Reducción de la presión arterial.

-Reducción de la frecuencia cardíaca.

Efectos secundarios adversos

Entre los efectos secundarios a los que nos enfrentamos en el uso y, también, en el abuso de los tranquilizantes encontramos, entre otros, una serie de efectos adversos.

En relación a la conducción y al uso de maquinaria pesada, está contraindicado consumir tranquilizantes por el sueño que puede provocar y, en consecuencia, los accidentes que ocasionaría una situación como estas.

Las mujeres que desean quedarse embarazadas, pueden experimentar más dificultades para quedarse en el caso de que consuman tranquilizantes.

Con respecto a las personas mayores, está comprobado y así lo enuncia la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) que el consumo de tranquilizantes puede disminuir hasta en siete años la esperanza de vida.

Principios activos

Las benzodiacepinas actúan de una manera más rápida que los antidepresivos. Los fármacos más conocidos y usados de este tipo son los siguientes:

  • El clonazepam (Klonopin) que es utilizado para el tratamiento de la fobia social y el trastorno de ansiedad generalizada.
  • El lorazepam (Ativan) que está indicado para los casos de trastornos del pánico.
  • El alprazolam (Xanax) usados en los trastornos del pánico y, también en el trastorno de ansiedad generalizada.
  • La buspirona (Buspar) es un medicamento contra la ansiedad que se usa en los casos de personas que sufran el trastorno de ansiedad generalizado. En este caso, la buspirona a diferencia del resto de las benzodiazepinas, necesita, al menos, dos semanas para comenzar a actuar y a que sus efectos sean perceptibles.

Antidepresivos

A pesar de que por su nombre parezca que solo deban ser usados en el tratamiento de la depresión, realmente los antidepresivos pueden ser usados en el tratamiento del estrés y de la ansiedad.

Su mecanismo de acción es muy sencillo, contribuyen a aumentar los niveles de serotonina en nuestro sistema nervioso central. De esta manera, se consigue que mejore el estado de ánimo de las personas que lo consumen.

Por normal general, los antidepresivos usados como tratamiento de la ansiedad, se inician en dosis bajas y, progresivamente, la dosis va siendo mayor.

En función del tipo de problema de ansiedad, se prescribirá un tipo de antidepresivo u otro. Entre los más comunes, son los siguientes:

Inhibidores de la receptación de la serotonina

Este tipo de antidepresivos, incrementan los niveles extracelulares de la serotonina, un neurotransmisor que regula la ira, la agresividad, la temperatura corporal, etc. Así, aumentan los niveles de serotonina en la hendidura sináptica (unión entre dos neuronas) y acabará uniéndose al receptor postsináptico.

Son usados en casos de depresión, de Trastorno de Ansiedad Generalizada, Trastorno Obsesivo Compulsivo, de Fobia Social, en los Trastornos de la Conducta Alimenticia e, incluso, pueden llegar a ser usados en el tratamiento de la eyaculación precoz.

Los más conocidos, dentro de este grupo, son la fluoxetina y cuyo nombre comercial es Prozac, la sertralina, el escitalopram, la paroxetina y el citalopram.

Entre la primera y la cuarta semana de tratamiento, las personas que consumen antidepresivos inhibidores de la recaptación de la serotonina, comienzan a presentar los primeros efectos secundarios.

Los más comunes son las náuseas y los vómitos, la somnolencia y problemas de insomnio, la cefalea (dolores de cabeza), episodios de bruxismo (rechinar de dientes), cambios en el apetito, diarrea, entre otros.

Antidepresivos tricíclicos

Estos fármacos reciben este nombre debido a que, en su estructura química, comprenden tres anillos. En un primer momento, se idearon como antihistamínicos y, posteriormente, se comprobó su efecto en el tratamiento de episodios psicóticos y depresivos.

Los antidepresivos tricíclicos impiden la recaptación de los neurotransmisores de la serotonina y la noradrenalina. De esta manera, producen un aumento de los niveles de estos en el encéfalo.

Los efectos secundarios más comunes en estos antidepresivos son los efectos anticolinérgicos, es decir que reducen o anulan los efectos de la acetilcolina en el sistema nervioso central y en el sistema nervioso periférico.

Los más conocidos son los siguientes: la broncodilatación (dilatación de los bronquios y de los bronquiolos), efectos cardiovasculares, aumento de peso y disfunción sexual.

Inhibidores de la monoamino oxidasa

Son conocidos como los primeros antidepresivos comercializados. Su manera de actuar es bloqueando la acción de la enzima monoamino oxidasa.

Las personas que consumen estos antidepresivos no pueden consumir alcohol y otros alimentos que contengan altos niveles de tiramina (alimentos fermentados como el queso, los encurtidos, etc), puesto que la interacción de estos inhibidores junto con la tiramina puede producir un accidente cerebro-vascular.

Los efectos secundarios producidos por los inhibidores de la monoamino oxidasa son semejantes a los de los otros antidepresivos citados anteriormente.

Neurolépticos

Conocidos como antipsicóticos. Cuando son tomados en dosis bajas, ejercen propiedades ansiolíticas. Algunos de ellos son la rispedirona, la olanzapina y la quetiapina. Son usados en el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno de pánico.

Debido a la gravedad de sus efectos secundarios, el uso de los neurolépticos debe estar restringido a los pacientes que no hayan respondido, previamente, a otro tratamiento farmacológico o bien, que sufran esquizofrenia o a las personas mayores que comiencen con la sintomatología relacionada con la agitación. 

Simpaticolíticos

Trabajan reduciendo el sistema catecolaminérgico, reduciendo así las acciones del sistema nervioso simpático.

El uso por el que son más conocidos es por actuar como hipertensivos, pero también están indicados para el tratamiento de distintos trastornos de la ansiedad, entre ellos: trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico y el trastorno por estrés postraumático. Existen varios tipos de fármacos simpaticolíticos:

Betabloqueantes

Actúan bloqueando a los receptores postsinápticos B-adrenérgicos. De esta manera controlan las manifestaciones somáticas de carácter adrenérgico (relacionadas con el sistema nervioso simpático) como son la taquicardia, la palpitación, el temblor, la sudoración, la sofocación y otros síntomas físicos que nos alertan de que la persona sufre ansiedad.

Su acción suprime estas manifestaciones de manera secundaria, sin interferir en los mecanismos de la ansiedad a nivel cerebral. Por lo tanto, en algunos cuadros de ansiedad como la ansiedad anticipatoria y el trastorno obsesivo compulsivo, no muestra eficacia.

Los betabloqueantes son comúnmente usados para tratar, de manera sintomática, la ansiedad producida por el miedo escénico que pueden sufrir los artistas o las personas que se presentan a una oposición.

Agonistas adrenérgicos alfa-2

La clonidina y la guanfacina actúan en los receptores noradrenérgicos, inhibiendo la activación de las neuronas implicadas en las respuestas del pánico y del estrés.

Inhibidores selectivos de la recaptación de GABA

Estos fármacos actúan inhibiendo la actividad del principal neurotransmisor del Sistema Nervioso Central que es el GABA. Dentro de esta clasificación, encontramos varios tipos:

  • Los antiepilépticos como la pregabalina y la gabapentina resultan efectivos en el tratamiento de los síntomas psíquicos y somáticos de la ansiedad.
  • Los neuroesteriodes actúan como ansiolíticos a dosis bajas y administrado en dosis altas, actúan como ansiogénicos.