Historia

Historia de la agricultura: desde su origen hasta la actualidad


La historia de la agricultura se refiere a las diferentes modificaciones y a los avances que ha experimentado el cultivo de la tierra con el paso de los siglos. Es importante destacar que se conoce como agricultura al conjunto de actividades técnicas y económicas vinculadas con el tratamiento de los suelos, que tienen como objetivo producir alimentos para el consumo humano.

La agricultura es considerada como uno de los descubrimientos más importantes de la historia del hombre, ya que no solo cambió la manera en la que nos alimentábamos, sino también nuestra forma de vivir. Además, la agricultura modificó los ecosistemas y contribuyó en los procesos de formación de las distintas civilizaciones.

De hecho, se afirma que la agricultura fue la causante de los “procesos civilizatorios” que luego llevaron a la formación de las clases sociales y a la distribución de las labores. Sin la agricultura, es muy probable que la especie humana se hubiera extinguido o que solo hubieran sobrevivido algunos cientos de personas.

A medida que los métodos científicos avanzan, es más fácil tener conocimientos sobre los orígenes de la agricultura. No obstante, todavía se trata de una historia incompleta que debe ser interpretada por los investigadores.

En sus inicios, la agricultura no se desarrollaba con plantas y animales domesticados; al comienzo, el cultivo de la tierra consistía en la siembra y cuidado de vegetaciones silvestres y en la reclusión parcial de animales relativamente mansos.

Con el tiempo, el hombre perfeccionó esta actividad de tal modo que en la actualidad existen grandes industrias y máquinas encargadas de llevar a cabo los procesos agrícolas.

Índice del artículo

Historia de la agricultura

– Posibles orígenes

Existen muchas hipótesis para explicar los inicios de la agricultura. Una de las teorías más empleadas es la del cambio climático localizado, la cual establece que, luego de la última glaciación, la Tierra estuvo sometida a largos períodos de sequía (11.000 a. C.). Esto ocasionó que las plantas anuales dejaran en los suelos una gran cantidad de tubérculos y semillas.

De esta manera, se dio una abundancia en legumbres y granos, los cuales eran fáciles de almacenar y permitían que las comunidades recolectoras construyeran aldeas para asentarse por períodos más prolongados.

Los cultivos fundadores

Los cultivos fundadores fueron las primeras ocho especies de plantas que pudieron domesticarse por las sociedades humanas. Esto sucedió durante el Holoceno, específicamente en el Creciente Fértil (una región que abarcaba los antiguos terrenos de Mesopotamia, Persia y el Levante mediterráneo).

Estos cultivos estuvieron conformados por tres cereales: farro, cebada y trigo escanda; cuatro leguminosas: lentejas, guisantes, garbanzos y habas; y una fibra: lino o linaza. Posteriormente, en 9400 a. C., logró domesticarse la higuera partenocárpica.

– Los primeros cultivos de las primeras civilizaciones

En 7000 a. C. llegaron las técnicas agricultoras a las fértiles tierras de Mesopotamia, donde la civilización sumeria perfeccionó el sistema y empezó a producir cultivos a mayor escala.

En cambio, la agricultura se estableció en el Río Nilo en 8000 a. C, simultáneamente con los primeros cultivos en China, cuya civilización sustituyó el trigo por el arroz.

En las civilizaciones americanas, logró domesticarse el maíz a partir del 10000 a. C. Posteriormente, cultivaron otros alimentos como la papa, el tomate, la pimienta y la calabaza.

Por otro lado, en Grecia se plantaron pistachos, almendras, lentejas y Vicia a partir del 11000 a. C. Luego, en el 7000 a.C. cosecharon la avena y la cebada silvestre en grandes cantidades y se domesticaron animales como los cerdos, las cabras y las ovejas.

La civilización sumeria

Los sumerios lograron asentarse luego del 8000 a. C. y se alimentaron principalmente de trigo y cebada. Los terrenos mesopotámicos contaban con escasas precipitaciones, por lo que estos agricultores dependían de las aguas del Éufrates y el Tigris.

Debido a esto, los sumerios construyeron canales de riegos, los cuales se servían del agua de los ríos para producir cereales que alimentaban a ciudades enteras. Se considera que los primeros arados surgieron a partir de 3000 a. C., ya que de esta época datan unos pictogramas donde se representa esta actividad.

Los sumerios también produjeron frutas tales como uvas, dátiles, melones, manzanas e higos. Sin embargo, el consumo de proteína animal como ovejas, vacas, cabras y aves se mantuvo limitado a la nobleza.

La civilización egipcia

Una de las razones por las que la civilización egipcia avanzó notablemente en la agricultura y en la economía se debe al río Nilo, el cual cuenta con unas crecidas estacionales bastante estables. Gracias a la confiabilidad de las aguas del Nilo y al suelo fértil de la zona, los egipcios construyeron un imperio cuyas bases se fundaron en una considerable riqueza agrícola.

Esta cultura fue la primera en practicar las actividades agrícolas a gran escala, desarrollando cultivos básicos como la cebada y el trigo, junto con productos de fines decorativos y culturales como el papiro y el lino.

Otras civilizaciones

Por otro lado, en el Valle del Indo se cultivó la cebada, el trigo y la azufaifa a partir de 9000 a. C. Luego, esta cultura consiguió una eficaz domesticación de animales, constituidos principalmente por cabras y ovejas.

En la Antigua Grecia, se cultivó principalmente el trigo y la cebada. También se consumían frijoles, aceitunas y habas, junto con varios productos lácteos que eran extraídos de las cabras y las ovejas. La carne en cambio era consumida en limitadas ocasiones y estaba conformada por res, cordero y cerdo.

Así mismo, la agricultura en el Imperio Romano estuvo influenciada por las técnicas de los sumerios. Durante este período, muchos de los cultivos eran empleados para el comercio con otras naciones. Además, los romanos establecieron un sistema de granjas con el objetivo de optimizar la actividad agrícola.

En América, el principal producto agrícola fue el teosinte, un antepasado del maíz actual. También se alimentaron de otros cultivos como el cacao, las calabazas y los frijoles.

En la región andina (localizada en Sudamérica) se domesticó la coca, el tomate, la piña, el tacaco y el maní. En cuanto a la ganadería, se emplearon varios animales propios de la región como las alpacas, los cuyes y las llamas.

– La Edad Media

La agricultura árabe

A medida que avanzaban las técnicas de cultivo, también aumentó la cantidad de habitantes en la Tierra. En el siglo VII, el mundo árabe experimentó lo que se conoce como la revolución agrícola árabe, que consistió en un incremento de la producción como resultado de la creación de rutas comerciales.

Gracias a las rutas comerciales y a la expansión urbanística de esta región, se lograron introducir en Europa cultivos como la espinaca, la acelga y la berenjena. También se dio a conocer en Occidente el uso de especias tales como el cilantro, la nuez moscada y el comino.

Uno de los artefactos más empleados por los árabes fue la noria, un objeto que permitía extraer agua para regar los cultivos. Este instrumento también llegó a Europa a través de la península ibérica.

La agricultura europea

En Occidente, los monasterios se convirtieron en importantes lugares donde se recopilaba información sobre la silvicultura y la agricultura. En 900 d. C., se desarrolló la fundición del hierro, lo que optimizó la producción agrícola en los territorios europeos.

Además, se perfeccionaron los molinos de agua y se implementaron los molinos de viento, que servían para moler la harina y procesar la lana. En cuanto a los cultivos, estuvieron conformados principalmente por el trigo, la cebada, la avena, el centeno, los frijoles y las arvejas.

Con el descubrimiento de América, se instauró un intercambio global de animales y cultivos; América permitió que los europeos conocieran alimentos como el maíz, las batatas y la mandioca, mientras que el Nuevo Mundo pudo conocer el arroz, el trigo y el nabo.

– La agricultura moderna: Revolución británica

Entre los siglos XVI y XIX, Gran Bretaña experimentó un notable incremento en la producción agrícola. Esto lo consiguió mediante la introducción de nuevas técnicas, como el cercamiento, la selección artificial y la mecanización. Todo esto generó un crecimiento demográfico exponencial y contribuyó con la Revolución Industrial.

Durante este período, varios inventores desarrollaron artefactos para perfeccionar el cultivo de la tierra. Entre ellos, la sembradora de Jethro Tull (1701), que permitió esparcir las semillas de forma más eficiente.

En 1843, se comenzaron a realizar investigaciones científicas sobre la fertilización, lo que dio paso a la construcción de las primeras fábricas encargadas de producir fertilizantes artificiales, como por ejemplo el nitrato de sodio y el fosfato.

– Siglo XX y actualidad

En 1901 se construyó el primer tractor impulsado por gasolina. Luego, se crearon cosechadoras mecánicas que se encargaban de sembrar y trasplantar los cultivos de manera automática. Esto permitió que la agricultura se pudiera realizar a mayor escala y velocidad.

Además, mediante la globalización, las naciones pudieron intercambiar una amplia variedad de insumos. Esto trajo como consecuencia que la mayoría de las naciones obtuviera sus alimentos de otros lugares del mundo; dicho fenómeno, si bien permite hacer tratados y establecer relaciones entre los países, genera dependencia.

En la actualidad, las preocupaciones por el cambio climático han generado una oleada de agricultura ecológica, la cual no emplea pesticidas ni fertilizantes artificiales. Es necesario aclarar que la agricultura ha sido ecológica la mayor parte del tiempo, sin embargo, esto cambió en el siglo XIX con el desarrollo de materiales sintéticos.

En vista de las nefastas consecuencias que ha traído la explotación desmedida de la tierra para el planeta, muchas organizaciones están intentando recuperar los usos agrícolas naturales de antaño. No obstante, se trata de un proceso arduo que se puede ver interrumpido por intereses políticos y económicos.

Referencias

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